En junio del año 2013, un grupo de investigadores del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello tuvimos la oportunidad de brindar una sesión de formación a dirigentes sindicales del FADESS, sobre aspectos relacionados con sus capacidades para la dirección y gestión, en el marco de los retos que se le plantean al movimiento sindical para su transformación y renovación. Aunque partíamos de las propias definiciones filosóficas del FADESS, la agenda resultante de aquel ejercicio puede constituir una referencia valiosa para cualquier dirigente sindical, a nivel local, regional o nacional, que desee impulsar un cambio, independientemente de la perspectiva ideológica desde la que se ubique y el tipo funcional de organización sindical de la que forme parte. Por supuesto, en este artículo no difundimos los detalles de aquella agenda estratégica, pero sí las premisas generales y las dimensiones consideradas como parte de ella.

Las reflexiones y propuestas partieron de la identificación de algunas premisas básicas:

  • El movimiento sindical se encuentra en crisis, y el contexto actual plantea múltiples complejidades (actuales y futuras). Se requiere de una verdadera transformación del movimiento sindical, derribando barreras burocráticas y clientelares.

  • El abordaje y la resolución de problemas complejos debe estar acompañado de una agenda para el fortalecimiento organizacional. Como parte de este proceso de fortalecimiento, es fundamental capacitar a la dirigencia sindical, para que se convierta en protagonista de su propia transformación.

  • Las soluciones deben ser factibles pero retadoras (es necesario contribuir con una transformación aunque se identifiquen diversas barreras y limitaciones). Igualmente, es fundamental considerar que cualquier transformación no puede desarrollarse sin un proceso de conexión permanente y efectivo con las bases de trabajadores.

  • El énfasis se hace en una agenda propositiva, partiendo del reconocimiento de las debilidades y sus causas.


La agenda estratégica definida consideró cuatro dimensiones fundamentales. A cada una de estas dimensiones se le asocian retos estratégicos considerados clave:

  • Formación, capacitación y cultura:

    • La formación socio-laboral se convierte en el corazón de una transformación profunda y a largo plazo. Esta formación debe considerar las dimensiones política, socio-laboral y en valores. Igualmente, es fundamental que los procesos de capacitación contribuyan con el desarrollo de competencias gerenciales, habilidades de liderazgo y capacidades para el uso de nuevas tecnologías.

    • Cultura: como parte de la formación en valores, es fundamental que se den pasos concretos para la consolidación de un espíritu de compromiso, disciplina, unidad, confianza y solidaridad, no sólo entre los propios miembros del movimiento sindical, sino con respecto a otros actores del sistema de relaciones laborales y, en general, de la sociedad.



  • Estrategia:

    • Análisis permanente del contexto para comprender los procesos de cambio actual y las variables que inciden en la reconfiguración de los sistemas de relaciones de trabajo en la actualidad. Este aspecto es considerado como clave para la comprensión a cabalidad de las fórmulas necesarias y posibles para la generación de empleo de calidad y de seguridad social.

    • Definición de un modelo sindical adecuado a los nuevos tiempos, reconociendo los objetivos compartidos independientemente de las diversas configuraciones ideológicas.

    • Promoción como aspecto clave: un nuevo movimiento sindical debe “venderse” de la manera apropiada; la inexistencia de incentivos claros para la afiliación al movimiento sindical exige la identificación y promoción del sindicalismo como una opción desde la cual pueden obtenerse múltiples beneficios y desde donde se puede tener la oportunidad de contribuir con la sociedad. Debe promocionarse como un espacio para la autorrealización, con ánimos de capturar a gran cantidad de jóvenes que no sólo se desempeñan en sectores que tradicionalmente han tenido bajas tasas de sindicalización, sino que están desencantados con las prácticas pasadas y actuales de estas organizaciones.

    • Un plan y una agenda de trabajo a mediano y largo plazo: sin un norte claro y una agenda de acción es imposible lograr una transformación. Cada uno de los deseos, expectativas y retos debe traducirse en una agenda, que considere proyectos concretos a los que pueda hacerse seguimiento.





  • Recursos

    • Captación de recursos económicos: el desarrollo de acciones orientadas al cumplimiento de objetivos exige recursos que no necesariamente provendrán de fuentes convencionales. Las organizaciones sindicales deben ser creativas para identificar y aprovechar fuentes complementarias de ingresos, a nivel nacional e internacional.

    • Definición de esquemas de administración y rendición de cuentas (transparencia): especialmente en un escenario en el que se soliciten recursos a diversas fuentes, es fundamental mantener políticas y esquemas para el control del uso de recursos, lo cual debe incluir la presentación de informes claros sobre el destino final de los fondos.



  • Organización

    • Estructura y modelo de gobierno: la construcción de un sólido movimiento sindical exige la definición de mecanismos complejos de coordinación y articulación, especialmente si se considera la necesidad de acción a nivel local, regional, nacional e internacional. Estos modelos deben garantizar los niveles suficientes de participación, pero al mismo tiempo deben garantizar niveles de eficiencia necesarios para la rápida toma de decisiones. Para cada instancia y nivel deben definirse con claridad las responsabilidades en materia de estrategia, acción y comunicación. Son efectivos modelos que consideren la existencia de comités responsables de las diferentes dimensiones que conforman la estrategia.

    • Gestión (seguimiento): el desarrollo de los planes de trabajo exige la consolidación de un sistema de gestión que permita, permanentemente, recibir propuestas que alimenten la estrategia, controlar el avance de las iniciativas, definir metas relacionadas con los objetivos y actuar en consecuencia. Los indicadores y metas fundamentales deben definirse considerando los grandes objetivos a cada nivel, desde los niveles de afiliación hasta los objetivos finales relacionados con el empleo y la defensa de los derechos laborales. Es fundamental que el movimiento sindical consolide un espacio de trabajo en equipo con expertos que puedan desarrollar estudios sobre la situación laboral del país, construyendo alianzas con las universidades y otros centros de investigación y formación.

    • Convocatoria, movilización y conformación de redes regionales y nacionales: para la movilización es muy importante mantenerse conectados con las bases, para lo que las redes sociales constituyen una herramienta muy potente.




Gustavo García Chacón y Josué Bonilla