La tergiversación de la información financiera y la malversación de activos, suelen ser los casos de fraude empresarial más comunes en las compañías. Esto es un reto para las empresas que deben sensibilizar sus controles y desarrollar estrategias integrales en cuanto a los riesgos alineados a los diferentes marcos regulatorios; activar mecanismos de alerta; y crear programas detallados de ética y cumplimiento.

Elaborar una estrategia integral contra el riesgo de fraude y conductas irregulares requiere de tiempo y esfuerzo. Según Iván Briceño, Socio de Servicios Forenses de KPMG en Venezuela, existen tres pasos clave que toda empresa debe tomar en cuenta:

Prevención

Es importante diseñar controles. “Para ello, es fundamental entender los posibles esquemas de fraude (conocidos y potenciales), cómo operan, qué actividades generan el efectivo que va a ser blanqueado y cómo se distorsionan, manipulan y se tratan de esconder las transacciones”, manifiesta Briceño.

Es importante conocer más a los empleados, clientes y relacionados, lo cual tiene una relevancia particular para los entes reguladores. Igualmente, se deben implementar mecanismos de monitoreo y controles antifraude, además de mejorar el adiestramiento de los empleados. “Los esquemas de fraude van evolucionando y tenemos que seguirles el paso. La única manera, es mantener actualizado a nuestro talento humano”, expresa Briceño.

Las Juntas Directivas de las empresas son responsables de evaluar la efectividad de los programas ejecutados. También deben definir canales formales para aclarar inquietudes o atender posibles quejas de los integrantes de la organización.

Detección

En esta etapa se deben levantar alertas de riesgo, que puedan identificar posibles situaciones de fraude o el desarrollo de conductas profesionales inapropiadas. Un buen recurso para descubrir irregularidades es el talento humano. Lo ideal es que el equipo de trabajo esté alineado con el uso eficiente y proactivo de la tecnología disponible.

Según Iván Briceño, es importante definir canales de denuncia y reforzar una cultura interna en la que los trabajadores se sientan comprometidos con el cumplimiento de las leyes y reglas; así como con el resguardo de la seguridad de la organización. “Las empresas deben garantizar el anonimato, la confidencialidad y la accesibilidad a los líderes de gestión antifraude. La transparencia en los procesos es fundamental, al igual que ofrecer respuestas rápidas a posibles irregularidades”, acotó.

Respuesta

Las gestiones de esta etapa están enfocadas a tomar acciones correctivas y minimizar el impacto del fraude en la organización. Para ello, se debe realizar una evaluación exhaustiva de hechos y causas, que le permita –a la empresa- establecer un curso de acción acorde. La finalidad es obtener los mejores resultados, reducir las consecuencias y prevenir nuevas conductas fraudulentas.

Actualidad Laboral / Nota de prensa