Perspectivas
¡Dolarízame ahí!


En la medida que avanzamos en el proceso de deterioro de la calidad de nuestros trabajadores, por circunstancias relativas al mercado o elementos ajenos a la propia organización, los gerentes de la felicidad y el bienestar (es decir, Recursos Humanos), buscan a los gurús más autorizados para que les den recomendaciones sobre esquemas de compensación que en cierto modo se traduzcan en retención del talento. Hace un par de años podía hablarse de consultores, pero actualmente son gurús, pues ellos intentan construir, redescubrir o hasta parafrasear beneficios ya olvidados para lanzar una aproximación que impida lo que a veces es inminente, que el talento abandone el barco por diversos temores.

La tendencia más reciente habla de pagar en dólares o cualquier otra moneda dura, bien sea una porción de la remuneración mensual, las utilidades o una porción de estas, o cualquier otro elemento de pago (comisiones, incentivos, bonos especiales). Estructurar un esquema de remuneración en divisas ante una economía hiperinflacionaria es realmente obvio, pero en algunas organizaciones es inviable o impensable adoptar ese esquema. Léase: HIPERINFLACIÓN, con todas sus letras y por este mismo canal, pues aunque no les escribe un economista, si su bolsillo le hace saber de una perdida diaria y brutal de su poder adquisitivo, poco importa que los teóricos digan que todavía falta para una hiperinflación si ellos nunca se enteran del precio real de armar una comida para 4 personas.

Volviendo al tema, recordarán que una ensambladora supuestamente iba a cobrar en divisa los vehículos que elabora en el país y segundos después que se conociera esta novedad, el Sindicato estaba pidiendo que dolarizaran los salarios de los trabajadores. Al igual que en este caso y como dice el Gran Combo de Puerto Rico, incluso en las empresas que están aprobando dolarizar los esquemas de compensación, a veces no hay cama pa tanta gente. Así, mantienes a tus altos gerentes pero el mando medio, tan necesario como la soldadura de una cabilla en una construcción, termina saltando por la borda.

Entonces, cierto es que todo trabajador si pudiera le diría a su jefe: ¡dolarízame ahí¡ Pero cierto también es que nuestra economía aunque se dolarice de facto en la Operación Liberación de Precios (OLP), hace virtualmente inviable un esquema de costos con pagos dolarizados cuando el poder de consumo que soporta a la empresa no crece en la misma medida en que se incrementa el valor del dólar frente al bolívar. Dicho de otro modo, si los precios suben al valor del dólar y el consumidor no gana en dólares, el producto no se vende y no tengo los bolívares para cambiar los dólares con los que te pago.

El panorama descrito obliga a volver a la raíz de todo, pues no todos pueden pagar en dólares. Luego, ¿si hoy quisiera pagarte mejor en Venezuela cómo hago? Acá 3 reglas básicas que deberías seguir para estructurar cualquier cosa que persiga pagar mejor en Venezuela:

1.- Revisa cuáles son los temores de tu gente en torno a tu propia organización y elimínalos de inmediato. Como dijimos, la gente abandona el barco por miedo. La gente a veces teme que no respetes su plan de carrera; teme que te vayas del país y los dejes colgados; te temen por no ser sensible a los problemas del país. Si te importa un comino la vida de tu gente, entonces miente y añade un poco más de plata en ese banco emocional tan necesario en Venezuela en estos días. ¿Te tienen visto como un jefe u organización que no cumple sus promesas? (dejaste plantado a ese Gerente en la promoción que le ofreciste; no compraste esa máquina que le prometiste al Sindicato, el incremento de salario llegó dos meses después que lo prometiste). De ser así, piensa cambiar de inmediato y honrar tus palabras pues como siempre ha sido, la crisis es el mejor momento para abandonar aquello en lo que no confías pues tienes muy poco que perder.

2.- Haz lo que puedes hacer, pero nunca dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Un beneficio tardío puede que deje de ser un beneficio. Pagar en dólares es perfectamente legal y si puedes hacerlo no esperes para luego, que es tarde. Pregúntale a tu asesor de confianza sobre un plan posible y protege este plan de compensación para poder desmontarlo sin perjudicar a tus trabajadores si la cosa se complica. Igualmente, debes revisar los beneficios con periodicidad pues en un país de cambios tan radicales y tan inmediatos, puede que lo usualmente valioso ya no lo sea y puede que lo cotidiano se convierta en valioso.

3.- Recuerda la belleza de la normalidad perdida antes de estructurar cualquier idea. Si vives en este país (y si no vives acá con mayor razón) y estas analizando un beneficio o un esquema de compensación, recuerda el deterioro desmesurado y sistemático que sufren tus trabajadores en su calidad de vida. Lo bonito de este proceso es que un altísimo gerente come la misma margarina que el obrero y ninguno de los dos la consigue. Esto no es tu culpa, pero si quieres pagarles bien, cualquier cosa que les “normalice” la vida, sería apreciada enormemente. Así, facilitarles la compra de productos a precios preferenciales o simplemente facilitar la procura de ciertos bienes imposibles de conseguir, puede ser la gloria para un trabajador (si los organismos públicos instalan un mercal, ¿por qué ustedes no podría pedir a un proveedor ayuda con provisiones para sus trabajadores?).

Ayudar a tus trabajadores a conseguir medicinas; revisar y potenciar el alcance de las pólizas de seguro; ofrecer seguros dentales o chequeos médicos periódicos; crear redes de apoyo para el emprendimiento e invertir en entretenimiento y salud son cosas de altísimo valor. Por otra parte, invertir en educación en áreas no convencionales para el negocio también puede reportar beneficios o bienestar a tu gente. Ese curso de finanzas que quiere hacer el Gerente de Despacho o ese curso de francés que quiere tu Coordinador de Recursos Humanos, puede que no tengan un beneficio directo en su desempeño, pero un trabajador feliz trabaja doble. Y que difícil se ha vuelto ser feliz en este país.

Por último, recuerda siempre que tu organización, tu empresa y tu equipo son el reflejo de este país y no vale la pena criticar lo que tú repites en tu propia casa.

Ángel Mendoza / Abogado

@angelmendozaqui