En muchas empresas los empleados vestidos en jeans se han convertido en algo común, si no es que la norma. Incluso, algunas empresas que solían exigir vestimenta de trabajo formal, están optando por atuendos de trabajo más casuales. En General Motors, el código de vestimenta consiste en dos palabras: "viste apropiadamente"; el CEO de Facebook, amante de las sudaderas, no tiene ningún código de vestimenta; eBay tampoco tiene un código de vestir formal, pero espera que los empleados "usen su mejor criterio" para hacerlo profesionalmente, conforme el trabajo que realizan; Amazon anima a los empleados a sentirse "cómodos en el trabajo; y JPMorgan relajó su código de vestimenta para hacerlo ejecutivo informal.


Los códigos de vestimenta informal se usan para atraer y retener empleados, pero sin el uniforme de un traje que sirve para cualquier día, los empleados tienen que decidir por sí mismos lo que es apropiado, y eso puede ser difícil. Tener más margen de maniobra con la ropa del trabajo abre más opciones y, a veces, causa confusión: ¿es demasiado corto?, ¿demasiado llamativo?, ¿demasiado elegante?


"Las compañías se han vuelto más informales en el vestir y eso, definitivamente, ha causado mucho estrés o ansiedad para las personas que ahora tienen más opciones, cuando no tienen que llevar un traje. Hay tantas combinaciones que es más difícil descifrar lo que es apropiado para la oficina", dice Valerie Halfon, estilista personal y fundadora de Shop With Val, que cuenta que la mayoría de sus clientes acuden a ella en busca de ayuda sobre cómo vestirse para el trabajo.


La evolución de la ropa laboral


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No siempre fue así, en la década de 1980 los trajes eran la norma. Anne Donovan recuerda bien la evolución de la moda. Cuando comenzó su carrera en la consultora PwC en 1983, su atuendo de trabajo consistía completamente en trajes de falda a juego que, generalmente, combinaba con una blusa con lazo en el cuello. Ella recuerda claramente cuando los pantalones entraron en el guardarropa femenino. Fue a mediados de la década de 1990 y ella trabajaba en Recursos Humanos en la firma. Vio a una colega con pantalones y le jaló el brazo.


"Le pregunté qué estaba haciendo", rememora. Su colega le dijo que echara un vistazo a su alrededor porque las mujeres estaban empezando a usar pantalones en los bufetes de abogados. "Recuerdo haber dicho, ‘Así no es como funciona el mundo de la consultoría’. Así de arcaico era". Poco después, Donovan pidió licencia por maternidad y cuando regresó en 1996 todas llevaban pantalones. "No era solo la empresa, era la norma social".


Cuando PwC anunció un código de vestir informal de negocios en 2016 los trabajadores pensaron que "era genial", dice Donovan, quien ahora es responsable de asegurarse de que la cultura de la empresa sea competitiva con el mercado. El código de vestimenta de PwC ahora es "vístete para tu día". Los empleados aún deben seguir el código de vestimenta de los clientes con los que están trabajando, pero si están en la oficina de PwC, los jeans y los tenis están bien. "Los jeans no cambian tu capacidad para pensar, no necesitas estar en un traje incómodo", dice Donovan.


Mujeres en ascenso


Durante mucho tiempo -para encajar y lucir como líderes fuertes- las mujeres adoptaron una apariencia que imitaba la moda masculina, explica Wendy Bryant Gow, asesora de imagen, fundadora y directora ejecutiva de Lily Winston. "Por mucho tiempo, las mujeres se habían estado vistiendo como hombres", dice. Después de la revolución de los pantalones de los años noventa, muchas empresas comenzaron a adoptar los viernes informales. Muchas compañías permitían que los empleados usaran pantalones caqui (y algunas veces vaqueros), dejaran el saco o la chaqueta en casa y omitieran la corbata. Finalmente, el viernes informal conquistó el resto de los días de la semana y el estilo ejecutivo informal se volvió más común en las oficinas.


Con el tiempo, a medida que los atuendos más cómodos se volvieron aceptables, las opciones de ropa laboral de las mujeres se ampliaron: más vestidos y pantalones femeninos, menos pantimedias y las opciones de zapatos crecieron, para incluir una variedad de estilos. "Cuando entramos a la década de 2000, las mujeres que iban a trabajar realmente querían vestirse auténticamente como ellas mismas y ser un poco más femeninas", comenta la presidenta de la firma de ropa Ann Taylor, Julie Rosen.


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Pero, los ambientes de vestimenta informal pueden ser más traicioneros para las mujeres, apunta Sylvia Ann Hewlett, economista y autora del libro Executive Presence. Una de las razones es que las mujeres también tienen la carga adicional de tener que preocuparse por vestir de forma demasiado provocativa o, en el otro extremo del espectro, demasiado conservadora, dice Hewlett. "Es fácil pecar de juvenil y parecer que no estás lista para una gran oportunidad, o pecar de añosa (de muchos años) y parecer que ya te quieres jubilar".


Su investigación encontró que las mujeres tienen una pequeña ventana de cuatro años, desde los 38 hasta los 41 años, cuando son consideradas adecuadas para los roles de liderazgo. Los hombres en cambio, tienen una ventana de 17 años. "Vestir casual no proyecta liderazgo en las mujeres. En un mundo en el que hay pocas mujeres líderes, debes reflejar tu autoridad y potencial con un aspecto algo más elegante, y ser agresivamente informal no ayuda, no se interpreta como poder", dice.


Los códigos de vestimenta profesional informal también pueden ser una desventaja para las personas de color, argumenta Hewitt. "Todavía estamos programados para imaginar que una mujer, agresivamente casual, ocupa quizás un puesto menor y eso también es cierto, para las mujeres de color".


Sandra López, vicepresidenta de Intel Sports Group, es mujer y latina. Al comienzo de su carrera se vestía para encajar. "No tenía la autoridad que tengo hoy. Vestía como uno de los chicos, con trajes de pantalón y nunca llevaba tacones de aguja (...), para transmitir rasgos más masculinos, autoridad y poder. Pensaba que era importante para cimentarme tanto como pudiera, como igual a mis pares masculinos". Pero con el tiempo, se dio cuenta de que realmente estaba ocultando su identidad. A medida que subía en la escala profesional, ganó más confianza para aceptar quién era. "No me disculpo por usar tacones rojos y vestidos. Comencé a tener realmente un guardarropa que representaba lo que era como persona".


Aunque su ropa ha cambiado, todavía tiene su traje “de poder” en el armario. Era un traje negro a rayas parecido al de sus colegas masculinos. "Representaba el poder. Nunca lo regalaré, me recuerda dónde comencé y cuánto he evolucionado", recuerda.


Ropa profesional y funcional


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La lucha de Sali Christeson por vestirse todas las mañanas la llevó a fundar en 2016, la empresa de ropa laboral femenina Argent. "Históricamente, nunca he podido encontrar algo que me encantara usar para el trabajo", dice. La compañía elabora ropa de trabajo para mujeres que buscan comodidad y funcionalidad, con mucha personalidad. Por ejemplo, sus blazers tienen múltiples bolsillos: uno para el celular, otro para una tarjeta de crédito o identificación, y un lugar para guardar bolígrafos o brillo labial.



"Ahora puedes ir a una reunión con nuestro blazer y luego, directamente, a almorzar con tus colegas. No tienes que volver a tu escritorio para buscar tu bolso". Son esas sutilezas, dice ella, las que pueden igualar el terreno en la oficina. Conforme la línea entre el trabajo y el tiempo personal se vuelve cada vez más difusa, la ropa laboral podría volverse aún más relajada y cómoda.


"A medida que nuestra jornada laboral se extiende para absorber la mayoría de nuestras horas de vigilia gracias a la tecnología; puedes cenar, acostar a los niños y luego regresar a la laptop y trabajar de tres a cinco horas adicionales", dice Scott Birnbaum, fundador de la firma de capital riesgo Red Sea Ventures. Su firma fue uno de los primeros inversionistas en el fabricante de calzado Allbirds y en la compañía de ropa deportiva Outdoor Voices; con la idea de que la vestimenta informal seguirá infiltrándose en la oficina, mientras los trabajadores intentan introducir más momentos personales en su día, como una meditación rápida o una sesión de yoga.


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Los trajes para hombre también son hoy más elásticos. Éclectic, minorista francés de moda masculina, abrió recientemente una tienda en la ciudad de Nueva York que comercializa sacos hechos de fibras que se estiran, de la misma manera que la ropa de entrenamiento, y que ayudan a regular la temperatura y brindan más flexibilidad. "Hoy en día tienes un traje tradicional o una sudadera, o un atuendo cómodo como el estilo activewear", dice Franck Malegue, fundador de la compañía. "Creo que muchos de los que usan ropa tipo activewear lo están haciendo principalmente, porque quieren comodidad y estilo. Estarían contentos si pudieran mantener la actividad que disfrutan, pero conservan la apariencia y la elegancia de un atuendo más tradicional".


A medida que el trabajo continúa ocupando más esferas de nuestras vidas no tendremos tiempo de cambiarnos para un entrenamiento rápido o una sesión de meditación, dice Birnbaum. "Todos somos trabajadores de resistencia, y si así es como estás viviendo tu vida, entonces quieres optimizar la comodidad", concluye.




Actualidad Laboral / Con información de Expansión CNN