El viernes 18 de febrero de 1983, se suspendió la libertad cambiaria en Venezuela ante una fuga de reservas motivada por la combinación de anclaje a Bs 4.30/$ y libre convertibilidad. El domingo 20 el Gobierno de Herrera Campins dictó un decreto de suspensión de venta de divisas los días lunes 21 y martes 22, extendido posteriormente hasta el viernes 25, pero para el lunes 28 ya el mercado había abierto con una tasa libre de Bs 10/$ para transacciones entre particulares y un sistema de control denominado Recadi para las ventas del BCV a tasas múltiples de Bs. 4,30 y Bs. 6,00 que eventualmente se unificaron a Bs. 7,50

¿A qué viene este recuento histórico? Sencillamente a manera de contraste con la actual situación donde luego de meses, que no años, agonizando sobre lo que tiene que hacer con el sistema de cambio más distorsionado y grotesco del mundo, y luego de anunciar hace diez días que lo que existía quedaba derogado e iba a ser sustituido por otra cosa, aún estamos en la más abyecta oscuridad sobre cuánto es que puede valer un bolívar en comparación con otras monedas.

Entre tanto las cadenas para anunciar fantasiosos motores no cesan. Una de las últimas especialmente cómica, pues al parecer el gobierno espera que los pescadores traigan su captura a tierra firma a sabe Dios qué tasa de convertibilidad, cuando en altamar hay cola de compradores en dólares y euros, no solo para lo que pescaron, sino para el diésel a precio de gallina flaca que les haya podido sobrar en la faena.

En otras oportunidades las cadenas consisten en una serie de memoranda de intención, que como su nombre lo indican son eso, buenas intenciones, que nunca se materializarán mientras no haya una tasa de cambio con libre convertibilidad, y sin penalizaciones como las que ahora existen, que le permita a los bien intencionados hacer un cálculo económico racional sobre la bondad o no de invertir en el país.

Las contradicciones internas en el gobierno parecen tenerlo paralizado. Algunos de los ministros hablan con una dosis de pragmatismo e inclusive resuelven problemas puntuales de su área de competencia como en el caso de los huevos, pero cuando se trata de lo fundamental para iniciar el cambio de rumbo la parálisis es total. ¿Será que el negocio envuelto en mantener al país en vilo es tan lucrativo? O tal vez sea que al más alto nivel no hay la voluntad para tomar las decisiones contundentes que se necesitan. Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero que irónico resulta casi añorar al Viernes Negro!!!

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

@aconcheso