25-06-2015
Venezuela está sufriendo un proceso de deterioro muy acelerado en todos sus ámbitos pero principalmente en lo político-económico que amenaza con conducir al país a una peligrosa confrontación social.

En el área política, hace ya mucho tiempo que los poderes públicos dejaron de ser independientes y las verdaderas funciones de las autoridades públicas se encuentran totalmente desdibujadas. El presidente de la Asamblea Nacional anuncia decisiones de gobierno, la presidenta del CNE analiza aspectos legislativos, el Presidente de la República acusa y condena penal y públicamente a los ciudadanos, el Poder Judicial pareciera que no es muy independiente. En fin, una completa anarquía funcional.

La economía está aún peor, ya nadie sabe cuál es el verdadero valor del bolívar, la inflación mensual o anual, cuánto cuestan las cosas y cómo se pueden importar. El Banco Central de Venezuela no publica las cifras de inflación (aunque todo el mundo sabe que es la más alta del mundo), los productos de la cesta básica no se encuentran en los anaqueles y el nuevo oficio de moda es el "bachaqueo".

Mientras tanto, el gobierno central anuncia que va a seguir con las inspecciones de las empresas, que va a detener y vencer a los empresarios que participen en la guerra económica. El presidente de la Asamblea Nacional se reúne con un enviado especial de Estados Unidos y nadie sabe para qué y por qué, pero se nos dice que Venezuela va a mejorar relaciones con su peor enemigo.

En fin, mientras se reporta un crecimiento abrumador de la delincuencia, grupos armados de corte paramilitar asesinan sistemáticamente a policías, les roban sus armas y queman sus vehículos ante la mirada indiferente de las autoridades y los indicadores no oficiales señalan una devaluación de tres dígitos en menos de seis meses, con una posible hiperinflación para final del 2015, nuestros gobernantes van y vienen, toman decisiones equivocadas una tras la otra y Venezuela se sigue hundiendo cada vez en la mediocridad más absoluta.

Nuestra obligación como ciudadanos es hacer saber nuestro descontento y activarnos democrática y pacíficamente para exigir a nuestros empleados públicos que de una vez por todas tomen las decisiones adecuadas y dejen la politiquería a un lado. Que asuman el compromiso que tienen en sus manos y prevengan lo que puede ser una de las crisis más agudas y violentas que le haya tocado vivir a Venezuela en los últimos cincuenta años.

Por ello, no podemos dejar de votar el 6 de diciembre.

Juan Carlos Varela / Abogado

@J3CV