Perspectivas
Las bandas de Maduro


El 10 de junio de 2014 el Presidente de la República se refirió al régimen cambiario mantenido por su gobierno como "un sistema de bandas que debe ir confluyendo en un punto necesario y beneficioso para la economía". Ya el 22 de enero el vicepresidente para el Área Económica, Rafael Ramírez, se había referido a la creación de un sistema de "bandas" en los siguientes términos: "la tasa de cambio establecida a través del Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad) representará ‘el techo’ de la banda cambiaria planteada por el Ejecutivo para la adquisición de divisas, mientras que el preferencial establecido a 6.30 bolívares por dólar estadounidense será 'el piso'".

En la nota de prensa del SIBCI que acompañaba el anuncio se afirmó que, "de acuerdo a la definición una banda cambiaria es un sistema que utiliza para establecer el precio de cambio y se mueve entre dos montos referenciales fijados por el Estado. En el caso venezolano: lo que surja de la subasta del Sicad, será el precio máximo oficial y la tasa preferencial en 6.30 será el mínimo”. El viernes 13 de junio, menos de seis meses después, el mismo Ramírez reconoció en Londres “la necesidad de converger a un nuevo sistema cambiario en el corto plazo, manteniendo al mismo tiempo la inversión social".

Sin embargo, es de resaltar que en estos pocos meses nunca hubo un régimen de bandas cambiarias en Venezuela. Solo un complejo y claramente insostenible régimen de cambios múltiples, o diferenciales, como el RECADI que fue desmantelado en 1989. Un sistema de bandas es uno con un tipo de cambio único, cuyo valor puede oscilar entre dos extremos que permiten al Banco Central moderar sus intervenciones y elegir, dentro de un rango predefinido, entre la defensa del tipo de cambio y la de las reservas internacionales.

En Venezuela hubo un régimen como este entre 1996 y 2002, que contribuyó a reducir la tasa de inflación de más de 100% registrada en 1996. Conviene resaltar que la tasa llegó a ese nivel luego de la acumulación de auxilios financieros entregados durante la crisis bancaria y la eliminación de los controles de precios vigentes desde el principio de la crisis, en 1994, que no pudieron contener la inflación.

También que el sistema de bandas solo contribuyó, puesto que sin la disciplina fiscal adoptada entre 1996 y 1998 el régimen hubiera colapsado antes de 2002.

Un régimen de bandas fue utilizado por las mismas fechas en Brasil. Entonces ya se reconocía ampliamente no sólo la necesidad de la disciplina fiscal, sino el peligro de la apreciación del tipo de cambio real que surge siempre que el tipo de cambio nominal se utiliza como ancla de precios. Esta apreciación es un problema bien conocido, puesto que limita la posibilidad de producir bienes para exportación y acentúa la dependencia de las importaciones.

Atar indefinidamente los precios a un tipo nominal debilita los esfuerzos antiinflacionarios: al levar el ancla todos los precios atados a ella deben subir, a menos que se impongan la escasez, el racionamiento y los mercados negros.

En Venezuela no hemos tenido un sistema de bandas desde febrero de 2002, a pesar de las afirmaciones de Presidente y Vicepresidente. Lo reconocía el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, Ricardo Sanguino, cuando informaba que “se está estudiando dejar un sistema de flotación con bandas establecidas con la autoridad monetaria para ser más flexibles en la relación bolívar/ dólar” (03.04.14).

Desde la última vez que lo tuvimos, cuando un dólar costaba Bs.F. 1,061 (sin que existieran mercados paralelos), su mayor precio oficial (menor al paralelo) se ha incrementado 50 veces al día de hoy. Una banda no resolverá en 2014 los problemas que no resolvió en 2002. Las bandas no corrigen la indisciplina fiscal.

Ronald Balza / Economista
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