Pareciera que el Trump que apareció en el Foro de Davos es uno distinto al que nos tienen acostumbrados CNN y Fox News, es decir, un megalómano a duras penas racional según el primero, y lo mejor que le ha pasado a EEUU según el segundo.

El Foro de Davos, conocido también como el Foro Económico Mundial es una reunión anual de mas de 1,000 capitanes de industria, ejecutivos de organismos internacionales y presidentes de países interesados en mantener a sus países plenamente insertados en la globalización de la economía mundial. En el pasado lejano, cuando Venezuela no solo contaba en el mundo, sino que parecía dirigida a penetrar las filas de los países desarrollados, los presidentes venezolanos acudían a estos encuentros acompañados no solo de sus ministros, sino empresarios nacionales, como en esta oportunidad lo ha hecho el presidente de EEUU.

Hoy, condenada a la irrelevancia por unas políticas que habrán encogido su economía un 50% al final de 2018, con la producción petrolera en caída libre, la hiperinflación camino de los cinco dígitos y mas según propio FMI, y sustituida en las cifras de revistas como The Economist por economías mas serias como la del Perú, la presencia o ausencia de Venezuela en Davos no reviste la menor importancia. Sobre todo, cuando los presidentes de otros países de la región, todos ellos ya en franca recuperación de la reciente contracción de los “comodities”, o bien son distinguidos profesionales con especializaciones en centros de conocimiento como Harvard, Oxford, MIT, etc. o empresarios exitosos que asumieron una nueva carrera como líderes políticos con éxito como es el caso de Mauricio Macri de Argentina y el recién reelecto Sebastián Piñera de Chile, que se encuentran como pez en el agua en este tipo de reuniones en las que defienden los intereses de sus electores.

El año pasado sucedió una anomalía curiosa. La campaña electoral norteamericana había concluido y el ganador, que venía de un discurso electoral proteccionista, anti globalizador y con un dejo de racismo no asistió. En su ausencia la “estrella” de Davos 2017 fue el presidente de China. El mundo entero observó como el líder máximo de un país que no esconde su desprecio, que no aversión, a la democracia política apareció como el adalid de la globalización en contraposición a las amenazas de proteccionismo que asomaban su rostro desde Europa y EEUU.

En esta oportunidad, sin embargo, a pesar de haber pasado un primer año turbulento, Trump puso sobre la mesa un EEUU que regresaba a un crecimiento dinámico y, no faltaba más, se adjudicó a si mismo el éxito en ese sentido, y tal vez no le faltaba razón.

Los tres elementos mas importantes de su política económica hasta la fecha son: la reforma tributaria mas importante desde Ronald Regan, con una reducción a casi la mitad de la tasa corporativa. Una política de desregulación que le suelta las ataduras al sector privado en la que en un año ha habido 27 nuevas regulaciones, pero se han derogado 220 y finalmente, darle impulso al sector petrolero, facilitando la exploración y producción con miras a afianzar la independencia energética de Norteamérica.

Por otra parte, ante los temores de un neo proteccionismo estadounidense, Trump y el equipo de lujo que lo acompañó, comenzaron a aquietar esos temores en relación con el NAFTA e inclusive abriendo posibilidades de revisitar el Acuerdo Transpacífico que tanto interesa a sus socios asiáticos y americanos. Lo único que le faltó para explicitarlo es decir “fíjense en lo que hago y no lo que digo”.

Seguramente, al regresar al ambiente tóxico y polarizado de la política de su país, algunas de estas realidades pasarán a segundo plano. Por el momento, sin embargo, después de Davos pareciera que, al igual que su compatriota el escritor Mark Twain al responder a una esquela suya que apareció en la prensa londinense durante una visita en 1897, Trump podrá decir “la noticia de mi muerte (en este caso política) ha sido altamente exagerada”.

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

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@aconcheso