“Nosotros empezamos sin nada, no teníamos nada más que unas ganas de tener éxito y de crear algo”, recuerda Ariel Acosta-Rubio, co-fundador y CEO de Churromanía, la franquicia de churros con mayor reconocimiento en el mundo.

Esta marca venezolana inició operaciones formalmente el 21 de marzo de 1997, en un centro comercial de la ciudad de Puerto La Cruz, en el Estado Anzoátegui, donde se abrió la primera tienda dedicada a vender churros y café en un local que tenía sólo 17 metros cuadrados.

“Nosotros cuando abrimos la primera tienda, ninguno de nosotros sabía hacer un churro, ni freír un par de huevos fritos. Las recetas que nos dieron fueron recetas que nunca funcionaron y eso nos obligó a nosotros a desarrollar nuestra propia fórmula en la tienda que ya habíamos abierto(…) Nosotros íbamos a los automercados cercanos a comprar harina y combinamos esa harina con ciertas cosas y fuimos preparando nuestra receta”, relata Acosta-Rubio.

Cuando los fundadores de Churromanía decidieron emprender, lo hicieron por oportunidad y por necesidad. “Un negocio que se había pensado para darle una utilidad a ese local comercial y tener unos ingresos adicionales, se convirtió como el tesoro que tú siempre has buscado”, dice el presidente de Churromanía.

Además de Ariel Acosta-Rubio, este negocio fue fundado por su esposa, María Alejandra Bravo y por Miguel Bravo. De este último fue la idea de vender churros y chocolate en Puerto La Cruz, a propósito de la aceptación que tenía este producto en el Pueblo de El Hatillo, en el municipio del mismo nombre en Caracas.

"Yo le pregunté (a Miguel Bravo): ¿Tú has visto a alguien en Puerto La Cruz comiendo churros? (El dijo): No. ¿Entonces qué te hace pensar que les puede gustar eso con aquel calor de 30 grados centígrados? Y él dijo: Precisamente como no hay yo creo que seríamos los primeros y deberíamos vender el producto. A mi me pareció que eso era interesante, y le dije yo creo que si, vamos a arriesgarnos”, explica Acosta-Rubio al referirse al origen del negocio.

A los nueve meses de abierto el primer local en Puerto La Cruz, la demanda obligó a abrir el segundo en el mismo centro comercial. Luego de este paso, decidieron estudiar el modelo de franquicias, y una vez definido el concepto, los métodos y   aspectos como la identidad corporativa, las normas y procedimientos, la distribución y la logística asignaron la primera franquicia Churromanía 15 meses después de la apertura del primer establecimiento. “Todo lo tuvimos que hacer intuitivamente leyendo revistas y libros especializados en franquicias”, dice el CEO de Churromanía.

El tercer establecimiento de esta marca se abrió en Puerto Ordaz, Estado Bolívar; luego continuó su expansión a otras ciudades de Venezuela como Maturín, Valencia, Guacara y Caracas. En este momento esta franquicia está en buena parte del territorio nacional, cuenta con 70 tiendas en todo el país, que en promedio generan 10 empleos cada una.

En 2001 Churromanía cruzó las fronteras venezolanas y se instaló la primera tienda  fuera del país, en el centro comercial Dolphin Mall de Miami, en la Florida, Estados Unidos. Actualmente esta marca opera también en otras ciudades de los Estados Unidos y en países como Aruba, Perú, Panamá, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia y México. En total cuenta con 130 establecimientos. Próximamente también iniciará operaciones en Ecuador y Bolivia.

Ariel Acosta-Rubio, sostiene que en los 17 años de esta marca  en el mercado,  han registrado algunos fracasos, que los han hecho perder dinero, pero ganar experiencia para continuar.

Expresa gran satisfacción por la trayectoria y la expansión que ha logrado la marca. “Cuando voy a las tiendas y veo a los clientes comprando y que están felices y contentos con el producto es donde digo: Hemos hecho algo increíble, y eso me motiva a continuar”, dice.

Explica que en el éxito de este negocio han sido fundamentales, la perseverancia, el creer en lo que se hace y la adopción de la ley de mercadeo que expresa que “Es preferible ser el primero que ser el mejor”. Dice que una vez que cuenta con la idea, el emprendedor debe empezar sin mayor demora porque los errores se corrigen en el camino. “Tienes que arrancar, hay mucha gente que dice siempre que está esperando el momento propicio y dicen bueno hasta que yo no sepa hablar ingles perfectamente, hasta que yo no sepa caminar perfectamente, hasta que yo no tenga la oficina bien montada, hasta que no tenga los 50 empleados que necesito y hasta que no tenga los millones de bolívares que necesito, no arranco el negocio, entonces nunca lo vas a hacer”, advierte.

El co-fundador de Churromanía se siente orgulloso de haber podido desarrollar este negocio “de la nada”. Considera que una de las mayores satisfacciones para un emprendedor es poder construir partiendo de cero.

A Ariel Acosta-Rubio también le produce gran satisfacción el que Churromanía sea fuente de inspiración para emprendedores dentro y fuera de Venezuela. Es una maravilla, es una bendición, el que podamos ir hoy por el mundo, en el caso de Churromania como ejemplo, predicando y motivando y siendo y punto referencial para los demás. Es más que suficiente, yo diría que es la esencia final del propósito de haber creado este negocio”, dice.

Foto: Cortesía Churromanía

Actualidad Laboral/Jessica Morales