18-01-2022

La llamada entrevista de salida es una técnica utilizada por muchas empresas para intercambiar información de interés con un empleado que va a abandonar la compañía. Las empresas inteligentes emplean el material recogido en la entrevista para mejorar sus procesos, porque saben que el empleado que abandona la empresa aporta desde su experiencia personal una visión difícil de obtener de otra forma.


Cuando están bien planteadas, sirven para conocer de primera mano el balance que esa persona hace de sus años de experiencia en la empresa, identificar los motivos que le llevan a dejar la organización y ofrecerle también un feedback sobre su desempeño. Desde Ifeel, la plataforma holística de apoyo psicológico para individuos y empresas, comparten los detalles de esta manera de poner fin a la relación laboral de una manera constructiva para ambas partes, explicitar cuáles son los frutos de esa relación, agradecerlos y cuidar el contacto para el futuro.


El encargado de llevar a cabo este tipo de entrevista, puede ser un miembro del equipo de recursos humanos, la persona que ha sido encargada de supervisar al trabajador durante el tiempo que ha estado en el equipo o bien alguien de mayor rango en la empresa e incluso, en ocasiones, una figura externa.


Una vez que los objetivos de la entrevista de salida están claros tanto para la empresa como para el empleado, ambos deben pensar -cada uno desde su papel- escoger los temas que se abordarán. Ambas partes deben cuestionarse qué información quieren conseguir y cuál quieren transmitir.


Respuestas que conviene evitar


Hay tres tipos de respuestas que claramente conviene evitar si queremos, como empleados, que la entrevista de salida sea útil.


Ataques directos a la organización. Aunque el empleado tenga motivos y desee transmitirlos, mostrar agresividad o rencor hacia la empresa deteriora su imagen y puede perjudicarle en el futuro. Si lo cree pertinente, puede indicar áreas de descontento, asertiva y educadamente. Desde ifeel recomiendan empezar con frases como: “hay aspectos importantes que deben mejorar, creo que será mejor para todos y hará que muchos empleados se sientan más cómodos”.


Respuestas vacías, planas o indiferentes. Algunas respuestas como “todo está bien, no mejoraría nada”, pueden dar la impresión de que el empleado no se está tomando en serio la entrevista o de que no es un problema para la empresa que ese trabajador que aporta respuestas tan simples se marche. En la medida de lo posible, conviene ofrecer una imagen de máxima profesionalidad, también en el momento de marcharse. Aunque la experiencia como empleado hay sido satisfactoria, conviene tener en la recámara algún comentario constructivo que recuerde a la empresa que uno es un empleado con ideas valiosas.


Poner el foco en lo que no se ha hecho. Los nervios, el exceso de franqueza o la falta de preparación pueden llevar al empleado a perjudicarse a sí mismo durante la entrevista con mensajes negativos sobre su desempeño. La autocrítica está muy bien, pero no conviene que el entrevistador se lleve como última impresión que el rendimiento del empleado ha sido pobre y que, por tanto, es bueno que se marche.


Ante afirmaciones del tipo: “me hubiera gustado poder hacer tantas cosas” o “qué pena no haber tomado aquella decisión”, mejor expresiones como: “además de todo lo que logramos, habría sido genial poder alcanzar también aquel otro objetivo, en cualquier caso lo conseguido está muy bien y en el futuro se podrán hacer mejor las cosas”.


Qué preguntas pueden salir


Como en otras entrevistas, en este tipo también hay preguntas recurrentes. Desde ifeel comparten algunas como:


¿Qué ha influido en tu decisión de irte? ¿Qué cambiarías para que los que se quedan se sientan a gusto o para que la compañía funcione mejor? ¿Qué habría hecho falta para que no tomaras la decisión de marcharte?


En una buena entrevista de salida este tipo de preguntas pueden formularse de diferentes maneras y en diferentes momentos a lo largo de todo el encuentro. Conviene prepararlas mínimamente para que, como sucedería en una entrevista de trabajo, los nervios del momento no traicionen al entrevistado sino que este tenga más o menos claro qué información quiere dar y cuál prefiere reservarse.


Cómo aprovechar la entrevista de salida


La casuística es muy variada pero la recomendación general -tanto para la empresa como para el futuro ex trabajador- es considerar el final de la colaboración como un momento importante que se debe cuidar, incluso aunque el momento de dejar la empresa remueva en el empleado aspectos profesionales, vocacionales o, quizá, otros temas más conflictivos que han estado influyendo en su trabajo.


Tener éxito en una entrevista de salida es un arte. Por eso es importante no confundir la espontaneidad con la improvisación, y entrenar una cierta actitud para enfocarla.


Comunicación asertiva. Si la relación con la empresa ha sido conflictiva ya es tarde para cambiarlo, pero conviene manejarlo con contención. No dar respuestas agresivas ni pasivo-agresivas. Detectar las preguntas capciosas del entrevistador y sortearlas ya que no hay que contestar a todo ni colocarse en situación vulnerable.


Ante la duda, prudencia. Nunca sabemos a quién encontraremos en un futuro trabajo o quién decidirá sobre nosotros. Siempre que sea posible conviene ser constructivos y profesionales durante la entrevista y no dañar nuestra reputación profesional. Antes de contestar debemos pensar no solo en qué nos pide el cuerpo decir, también en qué nos convendrá mañana haber dicho.


Conseguir información. Independientemente del formato que siga, la entrevista de salida es una oportunidad (probablemente la última) de extraer información sobre nuestra trayectoria en la empresa que nos sirva en el futuro. Hay que aprovechar para que desde la empresa nos aporten la visión que tienen de nosotros como trabajadores. Por ejemplo preguntando: ¿en qué áreas consideras que he aportado más a la empresa? O ¿En qué áreas de mejora crees que aún puedo profundizar más?


Actualidad Laboral / Con información RRHHDigital