El diario El Universal de Colombia dedicó el editorial de este jueves a un análisis sobre el empleo en Colombia invitando al gobierno y al sector privado a crear un plan de empleos a corto y mediano plazo, a propósito del acuerdo de paz que permitirá la reinserción de guerrilleros a la fuerza productiva del país neogranadino.

El desempleo es una de las grandes causas de la violencia en Colombia por razones conocidas y obvias, y también es causa de buena parte de la inequidad. Es una majadería pensar que habrá paz en las ciudades y campos de Colombia sin crearse nuevas y variadas formas de empleo formal, con capacidad para absorber la mano de obra que hoy no hace nada mejor que vender informalmente, si acaso.

Emplear gente, además de ser social y humanamente indispensable, ayuda a la economía porque habrá más personas gastando y eso a su vez le da salud monetaria a las empresas establecidas y estimula la creación de otras nuevas.

La Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) anunció ayer que “Cien excombatientes de grupos armados que decidieron abandonar la guerra y emprender sus proyectos de vida en la legalidad” se acaban de graduar y entran a la sociedad colombiana como ciudadanos en uso completo de sus derechos. La Agencia funciona hace 13 años y de las 49.000 personas que han ingresado al programa de reinserción más de 15.000 ya han terminado el proceso. Joshua Mitrotti, director general de la ACR, hace énfasis en que el enfoque “humanista, no asistencialista” de la entidad, propicia un buen desarrollo humano y permite “superar su situación de vulnerabilidad y ejercer autónomamente su ciudadanía”.

No hay que confundir a los reintegrados del programa de la ACR con los miembros de las Farc que dejarán las armas por el proceso de paz con el Gobierno, estimados por este en 17,500 efectivos, que muy pronto saldrán también al mercado laboral en Colombia, sin contar a los desempleados urbanos de siempre que hoy integran las pandillas y por esta vía, los grupos de microtráfico patrocinados por los grandes traficantes del país.

La tendencia en el mundo es que cada vez hay más trabajos tecnológicos y más automatización, lo cual es gravísimo para un país con la mayoría de la mano de obra no calificada y con un sistema educativo con grandes falencias, especialmente en las periferias. La agricultura, en la que guardamos tantas esperanzas de empleo y de ingresos, está cada vez más tecnificada, y ya muchos tractores agrícolas se programan para trabajar sin operador, controlados por sistemas satelitales. Cuando esta tecnología se generalice, también complicará las posibilidades de empleo en el campo, especialmente en la agricultura a gran escala que se iniciaría en la altillanura colombiana y se extendería a otras zonas.

El gobierno y el sector privado tienen entonces el gran reto de saber cómo crear empleo en el corto y mediano plazo, y de cómo se enrutará la industria del país al igual que la actividad agropecuaria.

Que sepamos, no hay aún un plan concreto a pesar de que se necesita con urgencia.

Actualidad Laboral / Con información de El Universal