En 1999, año en que se inicia el proceso revolucionario bolivariano, el precio promedio del aluminio en el mercado internacional era de 1.360 dólares la tonelada, siendo este un precio muy bajo que se mantendría durante toda una década. Alcasa perdía dinero y Venalum, su ¨hermanita menor¨, ya bordeaba los números rojos. En el año 2001, el presidente Hugo Chávez anuncia que se construirá la Línea V de Alcasa y, un año más tarde, coloca la ¨piedra fundacional¨. Asimismo, se firman convenios con algunas transnacionales y, pese a que el precio del aluminio subió hasta llegar a 1.715 dólares la tonelada en el 2004, la empresa perdería 173.000 millones de dólares ese mismo año.

En el año 2005 Chávez desmantela totalmente la dirección de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) y sus empresas básicas y sustituye a muchos de sus propios partidarios por funcionarios de la vieja izquierda marxista radicados en Caracas. Se lleva a Víctor Álvarez a la corporación y crea el MIBAM (Ministerio de Industrias básicas y Minería), con lo cual duplica la burocracia en organismos que tendrían asignadas una misma función, y designa a Carlos Lanz como Presidente de CVG-Alcasa.

Junto a ese dúo, Chávez da cierre a un convenio establecido con una transnacional francesa por considerarlo ¨leonino¨ por cuanto, como forma de pago, comprometía el 70% de la producción de aluminio de la futura línea para los próximos doce años. Por otra parte, Lanz firma un preacuerdo con la transnacional de Suiza C-H HOLDING GROUP, MATTERO COVERI para estudiar el proyecto de construcción de una planta transformadora de alúmina en piezas para las industrias automotriz y aeronáutica. Nunca más se habló de ello[1].

Chávez complace al grupo Alvarez-Lanz entregando Alcasa para un ensayo de cogestión socialista ideado por éste último. El precio LME llega a 1.898 dólares la tonelada. Alcasa cierra con pérdidas de 122.000 millones de bolívares a pesar del alza de los precios. La espiral del desastre ya no tendrá fin. Todo el año lo dedican a organizar la cogestión como nuevo ¨modelo socialista¨.

En la iniciativa propuesta de cogestión para Alcasa se apartan, inicialmente, a todos los profesionales y técnicos con experiencia y se realizan asambleas por departamento en las cuales se eligen ternas de nuevos gerentes que deben dirigir en forma colectiva en cada gerencia de la empresa. Comienza a abultarse la nomina y se dedican mas tiempo y esfuerzo en la formación política marxista que en gerencia y técnicas para aumentar la producción de la empresa.

Carlos Lanz, principal promotor de la idea de la cogestión en Alcasa, desde un primer momento diferenció al proceso cogestionario que planteaba para la empresa del enfoque tradicional que le ha dado la socialdemocracia a este tipo de participación de los trabajadores en la empresa (particularmente en cuanto al reparto de acciones). De hecho Lanz (2005) sostiene que lo que se planteaba para Alcasa era la cogestión revolucionaria, la cual plantea un cambio en las relaciones de producción como transformación de las relaciones de propiedad, de las relaciones mercantiles y la superación de la división social del trabajo2.

La propuesta de Lanz se alejan de lo que entienden por cogestión, inclusive, algunos trabajadores oficialistas, lo cual aparece reflejado en el libro titulado Los Desafíos de la Cogestión: Los casos de CADAFE y CODELA3 al referirse a la cogestión como:

… la administración compartida de la empresa, la toma de decisiones y la participación protagónica de los trabajadores. Éste es un mandato constitucional. Y ahora el presidente de la federación y otro miembro de la dirección del sindicato integran la Junta Directiva de la empresa en representación de todos los trabajadores (p. 12).

En línea con lo planteado en ese libro, es preciso apuntar que para el funcionamiento efectivo de un sistema de cogestión obrera en cualquier sociedad democrática, además de la existencia del más amplio pluralismo ideológico, de un marco jurídico en el que se defina con claridad la participación de los trabajadores en la gestión, y de contar con trabajadores sólidamente formados y ganados para la cogestión, es preciso que las organizaciones que ejerzan la representación de los trabajadores en la cogestión sean autónomas frente al Estado y demás patronos. Dichas organizaciones de trabajadores, por encima de las diferencias políticas de sus integrantes y dentro de un real pluralismo ideológico, requieren de un liderazgo serio, responsable y progresista a los efectos de su participación efectiva en la gestión de las empresas.

Para calmar los reclamos de los trabajadores los directivos de la empresa presentaron, al sindicato de la empresa, los proyectos de asignación de recursos aprobados por el FONDEN donde figuran 680 millones de dólares para Alcasa, entre Línea V y el laminador. En 2007 salen Víctor Álvarez de la CVG-MIBAM, por una parte, y Carlos Lanz de Alcasa, por la otra. Las nuevas cuentas en rojo de Alcasa son de 1.082 millones de dólares entre deudas que debían ser canceladas e inversiones que hacían falta. Nunca aparecieron los recursos prometidos para invertir en el laminador y así duplicar o triplicar la producción de laminados. Nunca aparecieron los recursos para la proclamada estrategia industrial revolucionaria y soberana. El plan de inversiones por unos 340 millones de dólares, se redujo a nada, al igual que el anterior plan de inversión de la Línea V. Tal ha sido el balance de la revolución: ni Línea V, ni laminador, ni desarrollo de productos semielaborados o terminados. Tampoco se invirtió un bolívar en sistemas de protección ambiental o de salud, lo que en ALCASA, por su tecnología obsoleta, siempre constituyó un serio problema.

El gobierno utilizó la cogestión como táctica dentro de la estrategia revolucionaria de acelerar cambios en las relaciones de producción y no como una política real de participación de los trabajadores. En Alcasa se realizó de manera muy irresponsable un experimento que llevó al colapso de la empresa. La orientación ideológica de esta experiencia encierra una profunda intención reaccionaria de disolver los sindicatos, desmejorar los contratos colectivos y crear una masa amorfa de accionistas, cuya única instancia sería la de una asamblea general. Impulsar la participación de los trabajadores en una empresa quebrada como Alcasa constituye un experimento irresponsable que no refleja una voluntad real por parte del gobierno revolucionario de impulsar un sistema cogestionario integral a nivel nacional.

[1] Pratt, D. (2012). Guayana: El milagro al revés. Caracas: Editorial Alfa.

2 Lanz, Carlos (2007). Dossier sobre la CVG y las empresas del aluminio CVG y las Empresas del Aluminio. Recuperado en Octubre 9, 2012, de www.aporrea.org/ideologia/a74173.html

3Harnecker, Marta (2007). Los desafíos de la cogestión: las experiencias de CADAFE y CODELA. Caracas: La Burbuja Editorial.

Teodoro Campos/Doctor en Desarrollo de RRHH (GWU).

@teodorocampos