Los gobiernos socialistas están convencidos de que son unos expertos en manipular la verdad para hacerle creer a la población que las medidas perjudiciales que implementan son en realidad un dechado de generosidad gubernamental. Claro que este convencimiento, se podría más bien considerara esa soberbia, solo tiene posibilidad de éxito si: a.- se parte de la premisa que los trabajadores son débiles mentales, o b.- se está en un régimen lo suficientemente autoritario como para que la protesta antes semejantes exabruptos pueda ser reprimida de manera férrea.

Un ejemplo de esta realidad lo constituye el reciente anuncio gubernamental de aumentos de salario y bono de alimentación a partir del 1 de noviembre de 2016, el cual constituye una literal estafa a los trabajadores, más allá de las consecuencias que tendrá en las pequeñas empresas. La estafa tiene varios aspectos que precisar, aspectos que ya los trabajadores han intuido si se juzga por las primeras reacciones al anuncio.

En primer lugar, el salario mínimo propiamente dicho se aumenta de Bs 22,576 a Bs 27,091, un 20% que sumado a los aumentos anunciados desde noviembre de 2015 significan un aumento de 180% en un año. ¿Suena generoso verdad? El único problema es que el aumento del costo de la vida en ese lapso ha sido de 500% según reportan fuentes independientes, visto que el Gobierno censura la publicación de las cifras del Banco Central que, por cierto coinciden con las de esas fuentes. En términos reales, oigan bien señores del Gobierno, eso significa una reducción salarial de más de 60%.

La magistral fórmula que han encontrado para paliar ese deterioro, es decretar paralelamente un aumento inmenso en una compensación no salarial conocida popularmente como cestaticket cuyo objetivo es sufragar el costo de un almuerzo durante la jornada laboral. El motivo para este subterfugio, es múltiple: Primero, con él logran excluir a más de 3 millones de jubilados de esa parte del aumento ahorrándose un hasta un 70% en el paga a los mismos. Segundo, logran vulnerar, que no diamantar a la Ley Orgánica del Trabajo, en donde están contemplados los beneficios o conquistas de de progresividad legislativa laboral desde 1936.

Concretamente estamos hablando de la base de cálculo para las bonificaciones o utilidades de fin de año; la remuneración por vacaciones y días feriados, y quizás lo más importante: el cálculo de prestación de antigüedad, prácticamente el único ahorro modesto para su retiro con el que cuenta el trabajador venezolano.

Finalmente, algo que queda olvidado en la cacofonía de declaraciones contrapuestas, es que también se termina dinamitando cualquier posibilidad de establecer un sistema de seguridad social medianamente sustentable. Estos sistemas requieren unas contribuciones parafiscales por nomina, cuya cifra sería ridícula si el salario formal es tan solo 30% de la remuneración total.

Cuando en 1997 se llevó a cabo una reforma laboral, los objetivos principales de esta eran “resalarizar” el ingreso y preservar el valor del ahorro prestacional de los trabajadores. Ambos se habían deteriorado, precisamente porque las inflaciones galopantes a parir de 1986 habían desembocado en esquemas de remuneración en los que las bonificaciones representaban casi el 65% del ingreso. En aquella oportunidad los adalides de la extrema izquierda que hoy gobiernan Venezuela pretendieron satanizar las reformas tildándolas de producto de una concertación “trimaldita” entre sindicatos, empleadores y gobierno, vendiéndole al pueblo la especie de que ellos tenían una mejor solución.

En 17 años en el poder, esos mismos críticos  han logrado progresivamente ir desmontando conquistas sociales, y ahora, con éstas últimas medidas de llevar los cestatickets al 70% de la remuneración total, contravienen y desmontan la Reforma Laboral que ellos mismos impusieron por decreto en 2012

Si esto es lo mejor que pueden ofrecer en materia de política salarial, Dios nos libre de lo que pueden tener aun guardado en su baúl de los recuerdos socialistoides, y habría que hacer votos por que pronto haya un cambio de conducción económica antes que tengan tiempo de implementar el próximo desaguisado.

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

www.laotraviarcr.blogspot.com

@aconcheso