La educación y el empleo son dos de los más importantes vínculos sociales que permiten a la población joven insertarse en el ámbito público. Los países que han focalizado sus políticas hacia estos sectores han logrado encausarse adecuadamente por la senda del desarrollo sostenido.

A partir de la información generada por el proyecto que lleva adelante la Universidad Católica Andrés Bello denominado: “La juventud venezolana protagonista de la democracia”, es posible obtener un mapa de la situación en que se encuentran los jóvenes e identificar los vínculos que éstos mantienen con la educación y con el empleo y las situaciones de vulnerabilidad relacionadas con la exclusión de dichos ámbitos.

La educación, en términos del Nobel de Economía Amartya Sen, es la que proporciona al sujeto las capacidades que le permite aprovechar las oportunidades para su desarrollo pleno como sujeto social.

Esta adquisición de herramientas promueve la cohesión social, puesto que se garantiza en buena medida la formación de ciudadanos respetuosos de los derechos, pero sobre todo en términos de mercado laboral, con mayores opciones para obtener un empleo.

El empleo constituye un espacio socializador que define la identidad como sujeto en la medida en que no solamente permite la satisfacción material a través del ingreso obtenido, también define su identidad en el plano simbólico: se es importante, respetado, considerado y reconocido por el resto de la sociedad en la medida en que se es parte de una profesión, oficio o tarea de trabajo.

Los jóvenes son fundamentalmente los principales afectados por los desajustes que puedan ocurrir en ambos ámbitos, lo trae como consecuencia una escasa o mala educación, una mala inserción laboral, o la imposibilidad de encontrar un trabajo, es decir, ser parte del desempleo.

En Venezuela para el año 2013, fecha de referencia el Proyecto Juventud UCAB, alrededor del 31% de los jóvenes entre 15 y 29 años se encontraban exclusivamente estudiando, el 35% exclusivamente trabajando y el 11% mantiene de forma simultánea ambos vínculos. Sin embargo, más de 1.6 millones que representan un 23% del total de jóvenes entre 15 y 29 años ni trabajan ni estudian, es decir, se encuentran excluidos de los principales vínculos sociales y por tanto en una probable situación de riesgo de exclusión.

Los jóvenes que hoy habitan nuestro país, debido a proceso de transición demográfica que atravesamos y que nos conduce de forma más o menos acelerada hacia un proceso de envejecimiento de la población, son los protagonistas del presente para encausar a la nación por la vía del desarrollo social y económico de forma sostenida: la educación y el empleo, son dos caras de una misma moneda. Por ello es necesario que se considere dicha situación como una de las prioridades a la hora del diseño de políticas que atienda a este grupo.

El país se encuentra en este momento en una coyuntura en la que se debería trabajar, invertir y ahorrar.

Genny Zúñiga/Socióloga
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