03-02-2015
La resaca a la derogación del Régimen Laboral Juvenil dejó varias lecciones. Más allá del escenario político donde el asunto parece haber quedado pendiente en la agenda, un tema importante se dejó ver en las cinco movilizaciones que derivaron en la supresión de la ley más rechazada por la población, de las que han sido propuestas por el gobierno de Ollanta Humala hasta hoy.

El nivel de organización que alcanzó la juventud para manifestarse en las calles fue inédito en lo que va del siglo XXI. A nivel nacional se movilizaron decenas de miles de personas entre todas las marchas, y los artífices de que esto se haya logrado son dos agrupaciones que pusieron el hombro para motivar a una masa juvenil que en los últimos años parecía adormecida.

La denominada Coordinadora 18D y la división por Zonas fueron las dos grandes organizaciones que movilizaron al nutrido colectivo de muchachos que durante más de un mes hicieron temblar los cimientos de la política tradicional en el Perú. Acá su historia.

Las 14 zonas

La primera marcha contra el Régimen Laboral Juvenil, realizada el 18 de diciembre, fue un caos total. Por un lado la masa juvenil se desplazó por diversas calles de Lima con una organización precaria, lo que sumado a la represión policial derivó en más de una veintena de jóvenes detenidos y una cifra mayor de heridos, entre ellos uno atropellado por una patrulla de la policía.

Al final de aquella jornada un grupo de muchachos se reunió en el Parque Kennedy de Miraflores. Tras una serie de discusiones respecto a la desorganización de la marcha, los jóvenes acordaron que debían dividirse en 14 Zonas que abarcaran todo el espacio territorial de Lima y Callao. Y así, usando a las redes sociales como principal herramienta, lograron una capacidad de convocatoria sin precedentes.

"El tema de los piquetes en las zonas fue fundamental para lograr la convocatoria de las personas porque nos permitía el contacto directo", explica Khely Santiago, joven integrante de la Zona 11, correspondiente a San Juan de Lurigancho.

A este nivel de organización se le sumó le necesidad de visibilizar su disgusto a través de intervenciones esporádicas que generaran impacto. Y entonces, entre diciembre y enero, se fueron sucediendo:

- Incursión en la Plaza de Armas con una bandera.

- Plantón en la Carretera Central en Santa Anita.

- Intervención en el centro financiero de San Isidro.

- Expansión de una pancarta gigante en el Mall Aventura Plaza de Santa Anita.

Todas estas actividades provocaron la detención de jóvenes, algunos de ellos menores de edad. Sin embargo, nada hizo que cesaran las manifestaciones.

Ellos aclaran que si bien es cierto que más de uno de los integrantes de las zonas tiene filiación partidaria, las consignas políticas debían dejarse de lado ante la causa común: la derogación de la ley laboral.

"Yo diría que no somos apolíticos, sino apartidarios", esgrime Diana Solís, vocera de la Zona 5, correspondiente a Miraflores, Barranco y Chorrillos.

Por su parte, Marcos Fonseca aclara que más allá de los intereses políticos que pueda tener cada integrante de manera personal, este es un tema que no se ha encauzado en el movimiento llamado las Zonas.

"Es importante el nivel de convocatoria que se ha tenido", concluye Fonseca, quien considera que el siguiente paso es la generación de una propuesta que atienda la precariedad laboral en el país.

Respecto a la naturaleza misma con que se crearon las Zonas, cabe hacer una precisión. Debido a la propia pluralidad que representan los jóvenes de este movimiento no existe un plan programático orquestado entre todas las zonas. Para efectos de este reportaje se conversó con integrantes de las zonas 4, 5, 10 y 11, quienes precisaron no representar la voluntad de las demás zonas de Lima y Callao.

Coordinadora 18d

El hashtag #18D fue el santo y seña elegido a través de Twitter y Facebook una vez que el Régimen Laboral Juvenil ya había sido aprobado por el Pleno del Congreso. Sin embargo, el rechazo a esta medida venía desde hacía algunas semanas, mucho antes del propio 18 de diciembre.

Cuando la propuesta aún era debatida en la Comisión de Trabajo encabezada por la legisladora de Fuerza Popular Martha Chávez, se realizaron dos plantones que pasaron inadvertidos para la opinión pública. Corría el mes de noviembre y la CGTP Juvenil, junto a algunos gremios sindicales, protagonizaría un par de actos que quizá serían tan solo la etapa embrionaria de lo que vendría semanas más tarde.

El martes 9 de diciembre, mientras los flashes apuntaban a las personalidades que se paseaban por la COP 20, se realizó un primera marcha integrada principalmente por trabajadores. Aún no tenía lugar el punto de inflexión que vigorizó a la juventud: la promulgación de la norma.

"La lucha contra el Régimen Laboral Juvenil comienza a mediados de noviembre. Tampoco ha sido una cuestión espontánea, hubo un proceso de diversos sectores para poder afrontar esta coyuntura. Estos procesos de lucha tienen una continuidad", explica Jorge Rodríguez, quien representa al Foro Juvenil de Izquierda.

Ante la convocatoria y el desenlace de la primera movilización, precisamente se articuló la Coordinadora 18D. Bajo este rótulo se agruparon gremios sindicales estatales y privados, federaciones estudiantiles de más de una decena de universidades y colectivos juveniles y culturales.

De esta manera los días fueron corriendo y las marchas también. Muchos de los jóvenes que integran esta coordinadora asumieron parte de la vocería del movimiento, trabajando de la mano con algunos que siempre estuvieron en contra de la ley laboral juvenil.

Respecto a por qué se consiguió convocar a una masa tan nutrida, la estudiante de la PUCP Sayuri Andrade explica que esto responde al hecho de que se visibilizara quiénes estaban detrás de la denominada "Ley Pulpín": los gremios empresariales como la Confiep y la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) por intermedio de los ministerios de Economía y de la Producción.

"No es gratuito que las marchas se dirigieran al centro financiero de San Isidro", comenta Sayuri.

Lo cierto es que, más allá de que la Coordinadora 18D no haya buscado derivar este éxito inicial en una propuesta política, muchos de estos jóvenes sí tienen simpatías y, en algunos casos, militancias. Sin embargo, dejan en claro que el espacio creado en las últimas semanas tiene un único objetivo: el empleo digno.

"Este espacio nació para coordinar el trabajo digno y la derogación. Esto no quiere convertirse en un nuevo movimiento electoral, pero es cierto que no podemos estar exentos de eso. Quienes han querido capitalizar esto como el APRA y el fujimorismo tienen responsabilidad sobre la norma y no son una opción política", aclara Jorge Rodríguez, quien espera que en las próximas elecciones surja una propuesta progresista y democrática.

Luego de algunos días de conseguida la derogación, la consigna es no permitir que el espíritu de estas movilizaciones pierda fuerza. Todo esto mientras aún se siguen sacando algunas conclusiones. El aspecto más positivo que estos muchachos encuentran más allá de la derogación es el mensaje al presidente Ollanta Humala de parte de la juventud.

"Creo que al final Humala pagó muy caro su soberbia y el subestimar a la juventud", resume Sayuri Andrade.

Por su parte Gabriel Salazar opina que estas movilizaciones desembocaron en un mensaje para toda la clase política y todo aquel con aspiraciones electorales.

"Se ha conseguido que los políticos de acá en adelante tengan que tomar en cuenta que los jóvenes exigirán un trabajo digno", concluye Gabriel.

Actualidad Laboral / José Carlos Díaz Zanelli / La República