Cuando se es padre es imposible ser indiferente a las situaciones violentas que envuelven a los jóvenes de nuestro país, porque como dice Andrés Eloy Blanco en su poema Los Hijos Infinitos:

Cuando se tiene un hijo,

se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera.

Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala,

todo llanto nos crispa, venga de donde venga.

Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro

y el corazón afuera.

El 24 de diciembre de 2014 publiqué una columna que dediqué a mis hijos. Vistos los acontecimientos recientes y la gran cantidad de niños y adolescentes que mueren en el país victimas de hechos violentos me pareció pertinente adaptar la columna original titulada “Lo que yo sueño para mis hijos” y publicarla nuevamente. Espero que sea de su agrado.

“Hace unos meses una persona muy especial en medio de una tertulia, me preguntó ¿Juan Carlos, y que quieres tú para tus hijos? Estaba a punto de contestar a la pregunta con la consabida respuesta de rigor, lo que quiero para ellos es salud, mucha salud. Pero después de pensarlo detenidamente le envié a esta persona un correo electrónico respondiendo lo que transcribo a continuación:

‘Parece mentira pero para una persona tan planificada como yo, la respuesta a tu pregunta ¿Qué es lo que quieres para tus hijos? debería ser muy sencilla, pero sin embargo no lo fue. La razón de la dificultad viene dada por el verbo utilizado en la pregunta.

Verás, para mí en estos momentos de mi vida una cosa es querer y otra cosa muy distinta es soñar. Querer es más terrenal, soñar es una cosa mayor, algo que te permite dejar volar la imaginación con irresponsabilidad.

Por ejemplo, yo quiero para mis hijos que sean felices, pero sueño para ellos que nunca sufran, que no derramen ni la más mínima lágrima y que nadie ni nada les cause dolor alguno.

Para ello, yo quiero que consigan el amor de su vida y que con ella tengan muchos hijos y que sean muy felices. Sin embargo, yo sueño con que ellos exploren la vida en profundidad, no tengan miedo a enamorarse una y mil veces y que de cada desencanto y desamor encuentren una lección que les ayude a entender y valorar aun más a la vida y sus secretos.

Yo quiero que ellos estudien y trabajen mucho para que se labren un futuro prometedor.  No obstante, lo que sueño es que ellos puedan disfrutar de la vida a plenitud, que de alguna manera puedan conocer el mundo y lo puedan recorrer palmo a palmo y con calma. Que no se apresuren en comprometerse con nada ni con nadie.

En ese sentido, yo quiero que sean muy responsables y que ayuden al prójimo. Pero sueño con que tengan un toque de locura y de irresponsabilidad que les haga salirse de los convencionalismos y desafíen el orden impuesto por la sociedad. Que sean plenamente felices y que hagan precisamente lo que les haga feliz.

En fin, yo sueño con que mis hijos tengan el valor de llevar a cabo sus sueños y que no se detengan al obtener solamente lo que quieren ya que eso es solo la mitad del camino.’

Juanca y Juanda, nunca olviden que los amo mucho, siempre recuerden no olvidarme, y sobre toda las cosas sean siempre muy felices…Papi”

Después de conocer la noticia de que un policía aesinó a un niño de apenas catorce años al dispararle (balas o perdigones) directo a la cabeza, lo primero que me vino a la mente fueron mis chamos. ¿Cómo se cumplirían mis sueños, si como a este muchacho algún asesino les quitase la vida? Al pensarlo, me invadió un pánico enorme y lo único que pude hacer fue pedirle a Dios que cualquier cosa mala que el destino les tuviese deparado a mis hijos, hiciese el milagro de desviarla hacia mí.

Ningún padre debería sufrir el enorme dolor de perder a un hijo y menos en situaciones tan absurdas.

Desde esta columna pido justicia y castigo al culpable material y en especial al culpable moral de este y otros asesinatos en el país. Quien siembra violencia recoge muertes.

Venezuela, aun estamos a tiempo de impedir una catástrofe en nuestro país.

 Juan Carlos Varela

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