Perspectivas
Trátame suavemente


A veces uno se pone frente a la pantalla de una computadora a tratar de retratar el país, darle un poco de sentido a una realidad que uno no creó pero de la cual irremediablemente es parte, y como cualquier desanimado, el fin de escribir es darle aliento al de al lado con la esperanza que el aliento que sobre se devuelva.

Muchas veces uno termina simplemente criticando la realidad sin brindar algún aporte, lo cual es un despropósito. Nuestro país, ese que algunos llegamos a conocer y que pocos recordamos, muere de a poco todos los días, pero el mundo también se muere de a poco y nos sentimos como gotas en el mar si tratamos de evitarlo o de remediarlo.

Es cierto que a veces en esta vitrina, tratando de explicarme la realidad laboral he perdido el foco de dar aportes, pero es difícil no apasionarse con los temas laborales y mantener el norte pues ese tema nos mueve a todos; todos trabajamos, a todos nos afecta lo que pase con la economía, con el empleo, con el poder de compra y con la falta de políticas públicas coherentes.

Yo nunca fui fanático de Cerati, pero no por eso dejo de reconocer que nos acaba de abandonar un “animal” del ámbito musical, justo en un momento en el que tanto en la música como en el mundo existe una total decadencia y gente como Cerati son más que necesarios, urgentes. Cerati para mi, forma parte de los recuerdos de esa Venezuela que hemos perdido, en la cual yo soñaba ser estrella de rock y cambiar el mundo con mi música. Después, con Cerati y otros como él de soundtrack, soñé con ser abogado para cambiar el mundo con mis leyes. Ahora, lucho a diario por no dejarme arrastrar por esta Venezuela que nos abate diariamente.

Cuando pienso en lo difícil que es hacer aportes en nuestro país, me viene a la mente la canción con la que titulé este artículo. En primer lugar, a todos los que queremos cambiar el país para mejorarlo, parece que nos hacen lo que dice esa canción: “tenés que comprender que no puse tus miedos donde están guardados, y que no podré quitártelos si al hacerlo me desgarras”. A cualquiera que quiera un cambio en este país, pareciera que el país lo desgarra de vuelta.

Pero lo peor, es que esa canción retrata con claridad la razón por la cuál es casi imposible entender las decisiones (o la carencia de las mismas) en el gobierno. Nicmer Evans hacía en estos días una analogía con “pasito tun tun” de Billo´s Caracas Boys, pues en efecto, la falta de coherencia y de comprensión de nuestros gobernantes deja mucho que desear pues se comportan, como decía Cerati: “de acuerdo con lo que (les) dicta cada momento y esa inconstancia, no es algo heroico, es más bien algo enfermo”.

Cierto que cada uno de nosotros somos gotas, pero pequeñas gotas hacen charcos; un montón de gotas hacen tormentas y muchas tormentas pueden llenar los ríos y desbordar el mar. Si queremos y merecemos un mejor trato como ciudadanos, debemos reclamarlo. Hace mucho trabajadores maltratados reclamaban sus derechos y el Estado los protegió; ¿cómo hacemos ahora los ciudadanos ante este maltrato? ¿A dónde vamos a reclamar que merecemos vivir mejor?

Yo “no quiero soñar mil veces las mismas cosas, ni contemplarlas sabiamente”. No merecemos este maltrato constante de gente que está disociada de la realidad y que pretenden ser heroicos con su discurso pero son inconstantes y hasta burdos con sus acciones. La realidad, esa que nos atraganta a diario, está allí e inexorablemente nos terminará acercando entre nosotros, trabajadores y patronos, frente a la desventura. Debemos estar unidos en esta tormenta perfecta que se avecina aunque con ello no nos traten suavemente.

Ángel Mendoza / Abogado

@angelmendozaqui