Nada es para siempre. Yo lo sé, tú lo sabes, tu ex lo sabe. Y, sin embargo, estamos en medio de lo que solo puede describirse como un baño de sangre, ya que los gigantes tecnológicos suman semanas eliminando puestos de trabajo por miles.


Hace apenas unos días, Meta (antes Facebook) y Salesforce han realizado importantes recortes, y se han unido a empresas como Stripe, Snap, Netflix y Oracle, que han llevado a cabo sus propios despidos masivos recientemente.


Son empresas muy diferentes, pero tienen algo en común: crecieron rápidamente cuando la pandemia impulsó la demanda de productos y servicios digitales, y se vieron sorprendidas cuando la combinación de la vuelta a la (relativa) normalidad, la subida de los tipos de interés y la inflación hizo que los buenos tiempos se detuvieran.


"Al comienzo de la pandemia, a principios de 2020, el mundo se trasladó rápidamente a internet y una oleada de comercio electrónico provocó un crecimiento desmesurado de los ingresos. Mucha gente predijo que esto sería una aceleración permanente que continuaría incluso después de que la pandemia terminara", ha escrito Zuckerberg en un comunicado dirigido a los empleados sobre por qué van a recortar 11.000 puestos de trabajo en Meta.


"Yo también lo hice, así que tomé la decisión de aumentar significativamente nuestras inversiones. Lamentablemente, esto no ha salido como esperaba", ha aseverado Zuckerberg.


No ha sido el único, ya que otros visionarios del sector tecnológico han expresado pensamientos similares últimamente: los fundadores de Stripe escribieron en un comunicado a los empleados que iban a recortar 1.000 trabajadores, el 14% de su plantilla.


Todo esto plantea una pregunta evidente. ¿Cómo es que estos ejecutivos del sector tecnológico —que generalmente se supone que son líderes empresariales probados, inteligentes y capaces, con acceso a montañas de datos valiosos— malinterpretaron la situación?


Para ser justos, no era del todo ilógico.


En los primeros días de la pandemia, varias empresas suspendieron las contrataciones o realizaron despidos como medida de ahorro, bajo el supuesto de que la crisis frenaría la economía.


Sequoia, la famosa firma de capital riesgo, advertía en un documento de marzo de 2020 de los tiempos difíciles que se avecinaban: "Se necesitará un tiempo considerable —quizá varios trimestres— antes de que podamos confiar en que el virus se ha contenido". "La economía mundial tardará aún más en recuperarse. Algunos de vosotros puede que experimentéis un debilitamiento de la demanda; otros podrían enfrentarse a problemas de suministro".


En cambio, ocurrió todo lo contrario, ya que la gente pasó más tiempo comprando online, viendo vídeos en YouTube o TikTok, jugando a juegos como Roblox o Among Us, y en general gastando cantidades ingentes de dinero en el sector tecnológico.


A su vez, las startups recaudaron cantidades astronómicas de dinero, incluso cuando las principales empresas tecnológicas vieron cómo se disparaban los precios de sus acciones. Hasta el sufrido sector de los ordenadores personales experimentó una especie de renacimiento, ya que la gente compró nuevos equipos para sus instalaciones de trabajo desde casa.


Es fácil imaginar que ese repentino cambio de rumbo se sintió como una segunda oportunidad, una oportunidad para golpear mientras el hierro estaba caliente y perseguir grandes ambiciones. Con los tipos de interés bajos, las valoraciones altas y el trabajo a distancia ofreciendo un nivel de acceso al talento sin precedentes, parecía un momento crucial en la historia de la tecnología.


Líderes como Larry Ellison, de Oracle, llegaron a elogiar la herramienta de videoconferencia Zoom, una maravilla de la época de la pandemia, como un "servicio esencial" que había cambiado definitivamente el mundo del trabajo.


Sin embargo, hace tiempo que hay indicios de que los buenos tiempos no van a durar siempre. Hace casi un año, Zoom registró un crecimiento muy inferior a las expectativas de Wall Street, en una señal de que la disponibilidad de vacunas y la reapertura general de la economía mundial iban a hacer que la dependencia de la tecnología disminuyera.


Durante el verano, Roblox dijo que esperaba operar con pérdidas en el futuro inmediato, ya que su base de usuarios más jóvenes pasaba más tiempo fuera de casa. La tecnología sigue desempeñando un papel fundamental en la vida cotidiana, pero ya no es el centro del universo.


Así que es comprensible, hasta cierto punto, que fundadores como Zuckerberg invirtieran como si el mundo hubiera cambiado para siempre. Pero, de nuevo, nada es eterno. Y estas apuestas han acabado costando el sustento a muchos miles de personas, cuando no los han puesto en riesgo de deportación en el caso de Estados Unidos, donde muchos trabajadores tecnológicos son inmigrantes.


Es positivo que Zuckerberg y otros directivos asuman la responsabilidad de sus errores. Pero estos líderes también mostraron una sorprendente muestra de ingenuidad, en el mejor de los casos, y de falta de imaginación, en el peor, al decir que no lo vieron venir.


Actualidad Laboral / Con información de Business Insider