Un síntoma claro para detectar este estado es sentirse cómodo pero inconforme y hacer las cosas sin pasión y sin un objetivo”, expresa Lina García, asesora en gestión de la comunicación organizacional de la Universidad Externado de Colombia.

De igual manera, si usted está muy confiado en lo que hace y cree que no va a aprender o necesitar más, quizás haga parte de quienes se encuentran en la zona de confort laboral.

Luisa Matiz Uribe, directora de Gestión Humana en Esri Colombia, dice que algo que puede ayudar a combatir esto es, en cierta medida, la presión y la exigencia, ya que bien dirigidas sacan lo mejor de las personas.

Al preguntar si el trabajador puede perder sus deseos y metas al permanecer en este estado, Uribe afirma que no. Sin embargo, advierte que “sí puede sentir que está muy cómodo con su empleo y esa comodidad puede hacer que crea que sus sueños van a llegar solos o que ya no quiere esforzarse mucho más para cumplirlos”.

Ramiro Hurtado, docente del Diplomado en Gestión de RRHH en Cotelco Bogotá, asegura que una persona que está afectada y estancada por la zona de confort se caracteriza por ser facilista, por dar exacta y justamente lo que se le ha solicitado y por perder la capacidad de innovar, crear e imprimirle huella propia a su trabajo.

Hay que tener en cuenta que el empleador y el jefe tienen directa responsabilidad y deben evitar que sus empleados caigan en la zona de confort.

Para ello, “es necesario que estén en constante dinamismo con sus colaboradores o con su equipo de trabajo”, añade Hurtado.

En conclusión, desconfíe de ese estado de comodidad laboral, asuma nuevos retos y utilice su potencial al máximo.

La zona de confort no es mala, siempre y cuando usted no pierda de vista sus objetivos, pasiones y sueños.

Actualidad Laboral / Con información de Portafolio