23-10-2023

Los indicadores migratorios de la OCDE batieron récords en 2022, año en que llegaron más de seis millones de nuevos inmigrantes permanentes a los países de esta organización y durante el cual los venezolanos, cubanos y nicaragüenses encabezaron las solicitudes de asilo.


«La inmigración en los países de la OCDE alcanzó niveles sin precedentes» en 2022 con 6,1 millones de «nuevos inmigrantes permanentes», un aumento del 26% respecto al año anterior, según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos publicado el lunes.


A esta cifra récord hay que añadirle los cerca de 4,7 millones de ucranianos desplazados contabilizados en junio de 2023 en los 38 países miembros de la OCDE.


Por otra parte, las solicitudes de asilo se dispararon, según el organismo. En 2022 se presentaron dos millones de nuevas solicitudes, «la cifra más alta jamás registrada», casi el doble que el año anterior y mucho más que en 2015-2016, cuando el conflicto en Siria generó una oleada de exiliados a Europa.


En el conjunto de la OCDE, los principales países de origen fueron Venezuela, con 221.000 solicitantes de asilo, Cuba con 180.000, Afganistán con 170.000 y Nicaragua con 165.000.


Estados Unidos recibió 730.000 solicitudes en 2022 (frente a 190.000 el año anterior), el 40% procedente de Cuba y de Venezuela, pero también en gran medida de Honduras, Haití, Guatemala, Nicaragua y Colombia.


Costa Rica y México completaron el top cinco de receptores de solicitudes de asilo de la OCDE -por detrás de Alemania y Francia- con 130.000 y 120.000 peticiones respectivamente, manteniendo la tendencia al alza de la demanda de protección internacional de los últimos años en Centro y Sudamérica.


En Costa Rica, el 92% de los demandantes de asilo en 2022 procedían de Nicaragua, y en México se produjo un notable aumento de las solicitudes de cubanos, venezolanos y nicaragüenses.


«Escasez de mano de obra»
De los 6,1 millones de nuevos inmigrantes permanentes, Estados Unidos acogió en 2022 a 1,05 millones.


El año pasado, uno de cada tres países registraron flujos «no vistos en al menos 15 años», entre ellos España (471.000), Francia (301.000) o Bélgica (122.000), mientras que otros como Reino Unido (521.000) y Canadá (473.000) batieron todos los récords, según datos recopilados en el documento.


Pese a estas cifras sin precedentes, «la mayoría de la inmigración está regulada, controlada», empezando por la de los trabajadores, indicó a AFP Jean-Christophe Dumont, que dirige la división migraciones de la OCDE.


El número de admisiones de estudiantes internacionales también alcanzó un nivel récord, acercándose a los dos millones, casi el doble que el año anterior.


Esta dinámica global está «vinculada al hecho de que muchos países de la OCDE sufren escasez de mano de obra», explicó la organización en su informe.


Además, estos flujos van acompañados «de una mejora de las condiciones de inserción en el mercado laboral», añadió Dumont.


Por ejemplo, la tasa de empleo de los inmigrantes «alcanzó el nivel más alto jamás observado en todos los países de la OCDE», según el informe.


El documento señala que la «inmigración regulada de trabajadores extranjeros» supone el 21% del total de los flujos, y representa actualmente la misma proporción que los inmigrantes por cuestiones humanitarias.


Este porcentaje resulta tanto más preponderante teniendo en cuenta que el aumento de la inmigración familiar, que sigue siendo la principal categoría con el 40% de entradas, se debe principalmente «a las familias que acompañan a los trabajadores inmigrados», observó la OCDE.


El año pasado, según los datos de la organización, casi el 80% de los inmigrantes estaban en «activo», con un 70% empleados y menos del 8% en paro.


Todos estos datos no incluyen a los trabajadores temporales. La OCDE señaló que los datos preliminares para 2023 ya apuntan a «un nuevo aumento» en todos los indicadores.


Actualidad Laboral / Con información de Banca y Negocios