23-01-2014

A pesar de la inestabilidad registrada recientemente en las economías del BRIC —bloque que incluye a Brasil, Rusia, India y China—, la mayoría de los economistas coinciden en que la mayor parte del crecimiento económico de los próximos años provendrá de los mercados emergentes.

La historia de su surgimiento ha sido una en la que las mujeres han jugado un rol enorme y con frecuencia poco reportado. Creo que conforme se desarrolle la historia, la influencia de las mujeres crecerá más y el camino a la igualdad de género en los mercados emergentes podría seguir un rumbo muy diferente al de la mayoría de los países desarrollados.

Tomemos en consideración los hechos. Actualmente más mujeres que hombres asisten a las universidad en países como Brasil, China y Rusia. En aquellos países en los que no son mayoría, como en India, Indonesia y México, han apresurado el paso, según el reporte del año pasado sobre Brecha de Género Global del Foro Económico Mundial (FEM).

Actualmente más mujeres que hombres se han incorporado a la fuerza laboral y ayudan a impulsar el crecimiento en las economías emergentes. En términos relativos son más activas económicamente en China y en Rusia que en Estados Unidos, mientras que en México y Brasil se unen a la fuerza laboral con mayor rapidez que en EU.

Además, cada vez es más común que las mujeres cuenten con las habilidades que las empresas de los mercados emergentes necesitan para competir en un escenario internacional. Al igual que en Estados Unidos, en Brasil, China y Sudáfrica hay más mujeres en puestos profesionales y técnicos como la docencia, la medicina y las finanzas. Incluso en los niveles más altos de la escala profesional, en la mayoría de los mercados emergentes —excepto China—las mujeres ocupan más de una tercera parte de los puestos directivos.

Entonces, ¿qué significa esto para el futuro de las más de mil millones de mujeres que viven en estos mercados emergentes? ¿Veremos un mundo en el que los países se volverán líderes mundiales en la igualdad de género en la economía? Las tendencias económicas, políticas y sociales que atestiguamos indican que es muy probable.

Para empezar, el dinamismo de las economías emergentes ha inclinado la balanza a favor de las mujeres. Es más probable que las empresas en rápido crecimiento cambien la proporción de empleados por género que las que crecen lentamente: simplemente están menos apegadas a las jerarquías tradicionales de las empresas más poderosas y, francamente, no pueden darse el lujo de discriminar en su rápido ascenso.

Mientras que el mundo rico trata de descifrar cómo crear una cultura más amigable con las mujeres en los negocios, estos países han superado sus propias culturas corporativas. Eso tiene impacto en los salarios. Según el Foro Económico Mundial, las mujeres ganan salarios muy similares a los de los hombres (por las mismas labores) en Malasia, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia y China que en Estados Unidos.

También se trata de la voluntad política. Las economías emergentes parecen estar más dispuestas a adoptar políticas audaces y progresistas para integrar a las mujeres en los puestos directivos que sus homólogas del mundo desarrollado. Por ejemplo en Gran Bretaña todavía es impopular la propuesta de aumentar la cantidad de mujeres en las juntas directivas y es impensable en Estados Unidos, mientras que en India, Emiratos Árabes Unidos y Malasia implementaron proporciones fijas recientemente. Estas políticas reflejan la creciente aceptación pública de la necesidad de un liderazgo femenino visible, algo que tomó décadas lograr en el mundo desarrollado.

Tal vez lo más importante es que las expectativas de las mujeres cambian, lo que remite a las transformaciones de EU durante la década de 1960. En un reporte que publicó la Escuela Kennedy de Harvard en 2010, descubrieron que en América Latina, las mujeres capacitadas prefieren trabajar a casarse. En China, muchas mujeres altamente preparadas eligen retrasar el matrimonio y la maternidad. En India, las ambiciones de las mujeres se han transformado y eso se hace evidente en el diálogo nacional iniciado tras la horrible violación de una estudiante de fisioterapia en Delhi. Las aspiraciones cambiantes de las mujeres han transformado el tejido social a su alrededor. Por ejemplo: la falta de un sistema formal de guarderías es sustituido con otras soluciones como las empleadas domésticas o la dependencia en los familiares, a menudo los abuelos.

El rápido ascenso de las empresarias brillantes en estos países también podría crear un círculo virtuoso al proveer de ejemplos locales a las generaciones más jóvenes. Maria das Graças Silva Foster, de Petrobras en Brasil, y Karen Agustiawan, de Pertamina, en Indonesia, dirigen algunas de las empresas estatales más grandes del mundo. Zhang Xin, directora general de SOHO, el desarrollador inmobiliario de China, es un célebre ejemplo y tiene millones de seguidores en las redes sociales.

Las líderes de los mercados emergentes hablan también de temas de género. Guler Sabanci, de Sabanci Holdings, es una de las mujeres más poderosas de Turquía y está comprometida públicamente con lograr la paridad de género en su país.

La capacidad de los mercados emergentes para combinar el crecimiento con una cantidad sin precedentes de mujeres en la fuerza laboral es ideal para ellas, para la economía de su país y para el mundo. Aunque hay mucho por hacer para garantizar totalmente la seguridad, los derechos, el empoderamiento político y la salud de estas mujeres en estos países, su progreso económico hasta ahora indica que el cambio es posible y que el empoderamiento político puede contribuir con ese cambio.

Dentro de diez años, las clasificaciones de los países más competitivos económicamente —y los que cuentan con mayor igualdad de género— podrían ser muy diferentes a como son hoy. Solo el tiempo lo dirá, pero el que haya más competencia en la igualdad de género significa que habrá más ganadores en todas partes.

 Con información de CNN- Por Saadia Zahidi

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