Somos lo que comemos y, en cierto modo, cómo nos alimentamos y qué ingerimos también tiene un impacto en la productividad. Felicidad Martínez, nutricionista del área empresas de Sodexo Iberia, asegura que no estamos adaptando lo que comemos a las necesidades reales que tenemos. Recuerda que cuando se trabajaba en el campo o en cualquier otro puesto que requería cierto esfuerzo físico, el menú típico de primer plato, segundo y postre funcionaba, había un equilibrio. Esa dieta no es la adecuada para alguien que trabaja en la oficina, "donde impera el estar sentado delante de un ordenador muchas horas seguidas".


Rosalía López Teulón, directora de la división de restauración de ISSIberia, coincide en que "el empleado que realice esfuerzos físicos requerirá una dieta diferente a aquel que trabaje frente a una pantalla. Uno tendrá que ingerir más proteínas que el otro, y comer con distinta regularidad". Insiste en que "las empresas deberían incentivar a los empleados a tomarse el descanso del mediodía, en el propio trabajo o en el exterior, pero con opción de interacción social. Debe promoverse una pausa real de un mínimo de 45 minutos".


La dieta


Martínez explica que no existe ningún alimento que, por sí solo, aporte todos los nutrientes necesarios y mucho menos que lo haga en las cantidades adecuadas: "Todos los grupos de alimentos son indispensables (frutas, verduras, cereales, legumbres, carnes, pescados, huevos, lácteos, aceites, azúcares...), lo que tenemos que vigilar son las cantidades de cada uno de ellos". En cuanto a los alimentos que se deben evitar, López afirma que se debe huir de los pesados, fritos y con exceso de grasas, hidratos de carbono, y en cantidades excesivas: "Además, los productos no deben ser aburridos ni repetitivos, ya que afecta tanto al estado anímico como físico del empleado".


Reducir el estrés


No existe una receta infalible para reducir los niveles de estrés, pero algunos hábitos alimenticios pueden ayudar. Felicidad Martínez, de Sodexo, propone algunas rutinas:




  • Consumir fruta, cereales, semillas y legumbres a diario.

  • Comer varias veces al día: "Evitamos tener la sensación de estómago vacío, lo que puede generar más ansiedad".

  • Comer fruta y verdura a diario, "aportan muchas vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes que son necesarios para los momentos de mayor esfuerzo".

  • Eliminar el consumo de alimentos o bebidas con sustancias excitantes como la cafeína, "producen mayor desgaste nervioso, agotamiento y falta de adaptación al estrés".


Somos lo que comemos y... dormimos


Dice Marta Romo, socia directora de Be Up, que en lo que pensamos afectan muchas variables, desde nuestras creencias al sistema de valores y experiencias, "si bien la máxima de Hipócrates nos va a conducir a una vida sana: 'Que tu medicina sea tu alimento y el alimento tu medicina'".


Sin embargo, no cabe duda de que cierto hábito alimentario puede contribuir al buen funcionamiento de nuestro cerebro. Romo señala que "las rutinas en sí mismas son positivas, es decir, tener una agenda más o menos similar cada día, por lo menos entre semana, nos ayuda a llevar mejor el estrés. Esas prácticas nos aportan tranquilidad porque ya sabemos lo que va a suceder a continuación, y nuestra mente no tiene que estar haciendo predicciones sobre lo que vendrá a continuación. Eso genera mucho estrés añadido". Asegura esta experta en neurociencia que cuando anticipamos y hacemos predicciones, solemos ponernos en "lo peor" por una cuestión de supervivencia: "El cuidado del sueño y el descanso son la base de todo. El día comienza a las 00:00 horas, no cuando suena el despertador. Por eso, si quiere tener un buen día, cuide su noche. Dormir nos ayuda a limpiar nuestro cerebro. La falta de sueño y la fatiga conducen a un juicio deficiente, falta de autocontrol y problemas de creatividad".


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