Con más de 625 millones de habitantes, Latinoamérica se caracteriza primordialmente por la alegría de su gente. No hay prueba más fehaciente de esto que los resultados del reporte anual de la felicidad publicado por la Organización de Naciones Unidas.

La publicación se basa en un índice que mide los niveles de bienestar de los habitantes de 156 países. Dentro de los primeros 20 siempre se destacan países de la región, tales como Brasil, Costa Rica y Guatemala. Y no cabe duda que la antorcha del optimismo está lejos de apagarse gracias a los 100 millones de jóvenes que habitan el sur de nuestro continente. Los millennials latinoamericanos aspiran a dejar una huella en la región.

El optimismo de la mayoría se enfrenta a una realidad ineludible: Latinoamérica es la región más desigual del mundo. Las causas son muchas, entre estas están la corrupción, el nepotismo y el clientelismo, la ausencia de controles y contrapesos entre las instituciones gubernamentales y la volatilidad política, problemáticas que sin duda perjudican a la juventud. Esto, en gran parte, hace de Latinoamérica una zona propicia para darle cabida al sector informal en la economía.

Cómo golpea el desempleo

El problema de la informalidad en el empleo se agrava entre los jóvenes. Uno de cada cinco millennials de la región no tiene trabajo. La CEPAL, comisión dedicada a promover el desarrollo económico, calcula que 23 millones de latinoamericanos buscarán trabajo en las zonas urbanas y no lograrán encontrarlo. Además, según la Organización Internacional del Trabajo, se estima que Latinoamérica, y específicamente el Caribe, serán las regiones con el mayor incremento de desempleo entre los jóvenes de todo el mundo. De hecho, según Paula Cerutti, especialista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la tasa de desocupación urbana aumentará del 8.9 por ciento al 9,4% este año.

El incremento del desempleo aumenta el fenómeno de los ninis, aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan y que representan el 20 por ciento de la población en Latinoamérica.

“La incidencia de los ninis dentro de los sectores más vulnerables de la población es más alta, lo que no ayuda a romper la transmisión intergeneracional de la pobreza”, observó Cerutti. Tampoco conduce a que los millennials latinoamericanos logren cumplir sus objetivos a corto, mediano y largo plazo.

Cuatro voces emprendedoras

Para conocer más de cerca la realidad de esta demográfica, conversamos con cuatro millennials de Colombia, México, República Dominicana y Uruguay acerca de sus experiencias emprendiendo en sus países. En particular, les preguntamos sobre las limitaciones que enfrentan para dar inicio a sus carreras y desarrollar sus proyectos.

Stefanie Tschampel, oriunda de Barranquilla, Colombia, es una joven emprendedora y mamá. Es la fundadora de Adiuvo, organización que busca mejorar la educación en su ciudad.

“El mayor obstáculo [para los jóvenes] está en la calidad de la educación que se recibe en Colombia”, dice Tschampel. “A pesar de los grandes esfuerzos que están haciendo los entes gubernamentales, todavía existe un límite presupuestal que impide que la calidad de la educación sea óptima, flexible y la más pertinente. Sin una educación de calidad es difícil acceder al mercado laboral”.

Consultamos también a María Fernanda Gándara, de Ciudad de México, fundadora de The Millennia Group, cuyo trabajo se enfoca en unir la tecnología con el emprendimiento social. Según ella, la desigualdad de oportunidades y la falta de meritocracia en México están perjudicando el avance de sus contemporáneos mexicanos. Si ella tuviera una varita mágica, eliminaría la corrupción y aumentaría el acceso a la educación en su país.

También conversamos con Luis David Sena, joven dominicano y fundador de la empresa Edupass, que se encarga de ayudar a los jóvenes de su país a conseguir becas para estudiar en el exterior. Sena considera que el mayor obstáculo para los millennials en la República Dominicana es la falta de apoyo institucional del sector privado y de los medios de comunicación. Asegura que “hay poco énfasis de parte de estas entidades de invertir en los jóvenes”. A pesar que la década entre los 20 y los 30 años es la más formativa en el ámbito profesional, en República Dominicana “si fallas, muy difícilmente te dan una segunda oportunidad.”

María Luisa Martínez Dibarboure, millennial de Montevideo, es la Directora de Innovaciones de Kuelap, Inc, compañía dedicada a transformar el panorama digital financiero a nivel mundial.

“Uruguay es un país de 3.4 millones de personas, y si bien en algunos aspectos actuamos como una sociedad moderna, en el fondo seguimos siendo conservadores”, dice. “Ser mujer, joven, con buenas calificaciones, con perfil de líder es más lo que asusta, que lo que ayuda a los jóvenes a conseguir mejores empleos al graduarse”.

Si tuviera la posibilidad de cambiar las cosas, “haría que la sociedad uruguaya tuviera la mente más abierta y abrazara los cambios sociales que la tecnología nos brinda.”

Sin duda, estas anécdotas señalan que los millennials de Latinoamérica viven en una disyuntiva. Tienen más recursos educativos pero menos acceso al empleo. Cuentan con mayor acceso a la información, pero menos acceso al poder. Tienen más expectativa de autonomía y menos opciones para materializarlas. Cuentan con todas las herramientas para lograr el cambio, pero lo sienten difícil de conseguir.

Aun con esta disonancia, hay que ver el lado positivo. Los millennials son la primera generación en la historia de la región en haberse criado en un entorno donde la clase media sobrepasa en tamaño a las clases bajas.

“Los jóvenes uruguayos tienen un mayor sentido de pertenencia a la sociedad global, y es por ello que quieren mejorar e innovar en todos los sectores: desde la política a la educación, pasando por la inclusión social siempre”, comenta Martínez Dibarboure.

Tschampel recalcó que, “como colombianos, crecimos en un país diverso, con una alta población joven, una economía abierta y muchos recursos naturales disponibles. Pero al mismo tiempo, lleno de problemas, de una violencia vacía y de revoluciones con intenciones desmarcadas. Como jóvenes, sabemos exactamente lo que NO queremos para nuestro país. Haber vivido todo lo que vivimos se constituye en un valor agregado importantísimo de los jóvenes colombianos. ¿Por qué no cambiar la historia, luchar contra la corrupción y dar oportunidades por igual?”

Gándara destaca que, “la pasión, la apertura, la diversidad, la entrega y las ganas de crear, emprender y dar lo mejor de sí mismos para cumplir sus sueños y salir adelante” son dotes especiales de los millennials mexicanos.

Socióloga y experta en asuntos latinoamericanos. Recibió la beca Fulbright para desarrollar una investigación en Costa Rica en el 2011. Es egresada de la Universidad de Miami y Georgetown University School of Foreign Service.

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