Erasmus, Leonardo, Socrates, Cormeius, Grundtvig, Fulbright... No son los nombres de la delantera de ningún equipo balompédico que juegue en la Champions League. Son programas de movilidad de estudiantes de educación superior y doctorado. El próximo sexenio la Unión Europea invertirá 14.700 millones de euros (más 1.680 millones a financiar por los países socios) en Erasmus +, programa con el que 4 millones de personas podrán formarse en el extranjero (2 millones de universitarios, 650.000 estudiantes de FP, 800.00 profesores...) Estas cifras dan buena muestra de la importancia que se le concede a la experiencia académica fuera del país de origen.

Las ventajas de la movilidad son muchas. Sin embargo, su efecto sobre la empleabilidad “es bastante menos relevante de lo que quisiéramos algunos”, expone José-Ginés Mora, profesor del Institute of Education de la Universidad de Londres, una autoridad en la materia. En 2013 la Universidad de Maastricht realizó un estudio entre 900 empleadores europeos para conocer lo que más apreciaban a la hora de fichar a un nuevo trabajador. Este estudio concluyó que la orientación internacional está bien en un gorro si el gorro es bueno, es decir, “los empleadores aprecian la experiencia extranjera en caso de igualdad entre profesionales”, aclara Mora. La investigación desarrollada por esta universidad de los Países Bajos también arrojó varias conclusiones que destierran, según este experto, algunos mitos. Por un lado, los empleadores europeos aprecian más haber hecho parte de la carrera que toda la carrera en el extranjero y, por otro, restan importancia al carácter emprendedor e innovador de sus empleados. Dicho de otro modo, buscan trabajadores que cumplan con lo que les mandan. “Esta es la realidad de los empleadores europeos a 2013”, lamenta Mora.

Aun así este profesor defiende que se siga invirtiendo en movilidad ya que considera que “es rentable económicamente” porque “está comprobado que mejora las competencias de los estudiantes”. Varios estudios reflex realizados por su equipo entre graduados del Estado y de Gipuzkoa confirman que estudiar en el extranjero mejora mucho su perfil de salida. “La competencia que más mejora, sin duda, es la habilidad para hablar un idioma extranjero, lógicamente. Le siguen a distancia la habilidad para presentar productos, pensamiento analítico, habilidad para escribir reportes, para cuestionar tus propias ideas, para estar alerta a las nuevas oportunidades”, resume Mora. Según este experto, la sola mejora de la capacidad de expresión e innovativa “justificaría y debería ser la razón que justifica la internacionalización porque significa mejorar la calidad de nuestros graduados”.

Mejora de las competencias

Contar en el bagaje personal con una experiencia fuera de casa tiene otras ventajas adicionales. “Los salarios de la gente que ha sido móvil son sensiblemente superiores, ciertamente en España ganan más aquellos que han tenido una experiencia internacional”. Asimismo,“tienen estatus profesionales más altos que los que no han tenido una experiencia de este tipo”, afirma Mora. La movilidad enriquece el perfil del estudiante que, por lo general, está comprobado que tiene mejores notas y procede de familias con una situación socioeconómica buena. Por este motivo, Mora insiste en que “hay que apoyar los programas como Erasmus si queremos ser sociedades justas e igualar a la gente. No prestar atención a esto es una injusticia social”. Queda claro, la movilidad eleva el salario, el estatus laboral y las competencias de expresión e innovación en los graduados.

Actualidad Laboral / Con información de Deia