La última investigación que nos llega de Estados Unidos ha intentado, con éxito, averiguar cuál será la incidencia real de la automatización en el mundo laboral. Según Daron Acemoglu (MIT) y Pascual Restrepo (Universidad de Yale), autores de “Robots and Jobs: Evidence from US Labor Markets”, “un robot nuevo reduce el empleo en 5,6 trabajadores y los salarios en un 0,5%. Como todavía hay relativamente pocos robots en Estados Unidos, el número de trabajos perdidos ha sido de momento limitado (entre 360.000 y 670.000 empleos en el periodo 1990-2007). Pero si se extiende su uso en las próximas dos décadas tal y como anticipan los expertos, los efectos agregados serán mucho más cuantiosos”.

En este estudio se ha considerado solamente robot a esa máquina que es capaz de realizar un trabajo de forma autónoma. Se estima que aproximadamente alrededor de 2 millones de estos robots estarían ya funcionando, una cifra que pretende dispararse en el próximo lustro.

Pero, además, es importante recordar que la automatización no llegará de manera uniforme a toda la sociedad. Los sectores más afectados son y serán la industria automovilística y el sector eléctrico, metalúrgico y químico.

Los resultados y el futuro

La investigación ha arrojado unas conclusiones alarmantes y sorprendentes, ya que los científicos no han podido constatar que el aumento de la automatización mejore la productividad de la economía. De hecho, y según los autores, “nuestros cálculos implican un modesto incremento del 0,13% del PIB por el incremento de un robot por cada 1.000 trabajadores”.

Lo que sí es cierto es que la llegada de la tecnología al mundo laboral permite hablar de polarización del empleo.

Es cierto que muchos empleos especializados se han debido modificar para adaptarse a los nuevos cambios, aunque aún las máquinas nos necesitan para todos aquellos trabajos que precisen de sentido común. Por ejemplo, cada vez se necesitan menos redactores, pero los periodistas pueden convertirse en expertos en SEO o community managers, dos profesionales muy cotizados.

Por otro lado, la mejora de la productividad y el aumento de los ingresos puede provocar un aumento de empleo en aquellos trabajos que precisan poca formación y en los que aún no ha llegado la tecnología. Por ejemplo, si ganamos más y trabajamos menos, tendremos más dinero para gastar en bares y restaurantes, por lo que estos deberán contratar más camareros.

Las profesiones que peor paradas salen son aquellas que requieren de una formación media. Estamos hablando, por ejemplo, de operadores de máquinas, artesanos u oficinistas. En estas fases la automatización llegará con más fuerza, aunque con esto no queremos decir que sean unos empleos que vayan a desparecer. De hecho, probablemente surja una nueva clase de empleos medios que combinen las destrezas personales con el uso de la tecnología.

Actualidad Laboral / Con información de Universia